El alcalde de Cádiz, conocido allí como Kichi, ha concedido la medalla de oro de la ciudad a la Virgen del Rosario. Nada extraordinario, aun siendo alcalde de Podemos --partido que allí se conoce como Por Cádiz Sí Se Puede-- y tratándose de una iniciativa del PP. Estas condecoraciones son españolísimas y no importa de dónde provengan. Es verdad que la derecha es más propensa: así, si el exministro Jorge Fernández Díaz concedió a María del Amor la medalla de oro al mérito policial, el actual ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, se la ha concedido ahora a la cofradía del Cristo de la Legión (en lugar de concedérsela a la cabra, coño). Pero ya se ve que la izquierda --y no cualquier izquierda-- también hace sus votos.

Lo peor, como siempre, son las justificaciones. El alcalde Kichi justifica la distinción «por el componente popular», ya que se trata de una propuesta «avalada por más de 6.000 firmas», ha dicho, «que proviene de particulares, asociaciones de vecinos y colegios profesionales». O sea, por demagogia, con perdón. Al pueblo hay que darle lo que pida, aunque pida la prohibición del levante. Y si Cádiz se conoce por sus carnavales, también se conoce por sus procesiones, por su religiosidad, por su beatería (sin ofender)..., y a ver qué alcalde se atreve con eso. De hecho, el propio Kichi fue condecorado con la medalla de la cofradía del Nazareno de la ciudad, y ni 6.000 firmas detrás ni componente popular que lo justificara.

Críticas, por supuesto, no han faltado, bien por apoyar una iniciativa del PP, ¡Virgen santa!, bien por infringir el reglamento referido a condecoraciones, el cual dice que solo se concederán a personas físicas o jurídicas. Pero la crítica mayor ha sido por incumplir con el laicismo en las instituciones públicas. Menos mal que el alcalde no asistirá a la procesión de la Hermandad del Rocío. No será por cumplir con el laicismo institucional, no, sino por su política animalista, ya que Cádiz es ciudad «Amiga de los animales» y la carreta de esa hermandad va tirada por mulas. ¡Ay, Virgen del Rosario, cuánto mejor habría sido otorgar la medalla a las mulas!