A los jubilados españoles les das el pie y se toman la mano. No quieren enterarse de que los recursos de de la Seguridad Social son limitados y en lugar de mostrarse solidarios y colaboradores, muriéndose pronto, como hacen los lituanos o los estonios, que conforme se jubilan apenas tienen tiempo de formalizar el papeleo del funeral, se empeñan en seguir viviendo y a la primera tosecilla ya están haciendo cola en un centro de salud. ¡Qué manía la de seguir vivos estando jubilados! Si han estado toda la vida trabajando, se han casado, han tenido hijos y nietos y han acabado de pagar la hipoteca del piso, ¿a qué esperan para morirse?

¿Por qué tienen que esperar casi dieciocho años después de la jubilación? Esa manía de vivir está amenazando el sistema de pensiones, porque lo razonable y solidario sería jubilarse, dos o tres meses de vacaciones para visitar el pueblo, ver alguna playita con el Inserso, despedirse de la gente y morirse sin más dilación. ¿Qué es eso de parasitar una media de dieciocho años, viviendo de la renta de las cotizaciones y pasando por la farmacia tres veces al mes? Y si pesados son los que ya están jubilados, peor serán los que vienen detrás, porque la esperanza de vida aumenta casi mes y medio por año. ¿Qué previsiones pueden hacerse con gente tan obcecada?

A un amigo de 49 años, su nieto, de seis, ya le ha conectado la sirena: "Abuelo ¿tú te mueres sólo o te tenemos que ayudar? ¡Es que los abuelos de mis amigos se mueren y tú no!", le dijo en tono de queja. Y lo peor es que la criaturita quiere ser médico, no se sabe si con el propósito de ayudar para que el sistema se libere de tanta carga- Mi amigo, de momento, no lo ha tomado en consideración pero, como los toreros torpes, ya ha recibido el aviso. El caso es que esta situación es inviable a largo plazo y las lumbreras de las predicciones económicas están sopesando la posibilidad de alargar la vida laboral hasta los 70 años, con la idea de acortar hasta trece los años de holganza. De momento a ninguno se le ha ocurrido poner en práctica la solución del nieto de mi amigo, que tampoco parece mala.

Pero si se retrasa hasta los 70 años la jubilación, para que no surja el problema del agravio comparativo, yo propongo que los jubilados, con independencia de la edad que tengan, se incorporen al curro cinco o diez añitos, según los casos, porque no parece muy equitativo que unos, con 58 años estén pensando en el dominó, mientras se entretienen viendo pasar un montón de bastones camino de la oficina. La media de las jubilaciones en España es de 62 años y en Francia de 59, con lo que se demuestra, una vez más, que los franceses son completamente idiotas, porque se dejan el limón a medio exprimir y así no es de extrañar que sus jubilados sean los que más retrasan la jubilación de la vida, sacándonos una tajada de tres años a los españoles.

Nuestro modelo actual debe ser el de Letonia, Estonia, Hungría y Lituania, que regalan a los jubilados una media de 8 años, para en una segunda etapa salir de la perniciosa influencia de la UE y pasar al modelo de Sierra Leona, Uganda y Nigeria, donde nunca tuvieron estos problemas, porque allí el que se jubila lo hace con todas las consecuencias y para pasar al descanso definitivo, como debe ser. El problema es que si se alarga en cinco años la edad de la jubilación, también se alarga el tapón laboral para los que, como el nieto de mi amigo, andan preguntándose si nos vamos a morir nosotros solos o nos va a tener que ayudar con un empujoncito. Al hoyo, claro.

Así es que, señores jubilados, déjense de pamplinas y ternuras otoñales y vayan muriéndose, por favor. martintamayo.blogspot.com

*Diputado del PP