TCtreo que las medidas tomadas por la Dirección General de Tráfico son insuficientes. No dudo de su voluntad y del objetivo principal que es el de reducir la cifra de víctimas, pero a tenor de los datos de este puente del 15 de agosto, ni las multas, ni los radares, ni el control sobre el alcohol y el uso del cinturón de seguridad, están acertando en la diana porque hemos superado los muertos del 2004, estamos en 48 víctimas.

Se han escuchado voces que hablan de la educación vial como esencial desde la infancia, también hay quien ha dicho que se debe concienciar al conductor sobre la estupidez que representa el sentido de competitividad a la hora de coger el volante. Pero desde Tráfico al último de los españoles con carnet de conducir, sabemos que no se acaba de agarrar al toro por los cuernos. ¿Por qué no se fabrican automóviles con límites de velocidad? Sencillamente porque sería un mal negocio para los fabricantes y vendedores de máquinas potentes. El automóvil sigue siendo una prolongación de nuestra personalidad y hoy por hoy, el mejor elemento de seguridad del coche, el mejor ordenador a bordo, el sistema que limita la velocidad, que regula el consumo de alcohol, que evita maniobras peligrosas y conducciones temerarias, es el cerebro del conductor. No su cartera, ni su carnet con o sin puntos.

Detrás de la velocidad hay un negocio sutil, está el atractivo de las ventas de coches, de lugares o apartamentos que sólo están a dos o tres horas en coche desde la capital, el fin de semana sin perder mucho tiempo en carreteras, etcétera. Por esta razón y por otras muchas, las medidas se quedan cortas y haría falta mucho más coraje para acabar con esta tragedia.

*Dramaturgo y director del

Consorcio López de Ayala