TCtómo puede un extremeño vengarse del terrorismo? ¿Qué es lo que más le duele a la bestia? ¿Cómo podemos reaccionar ante sus estertores desesperados? Olvidémonos de barbaridades y dejemos a un lado las medidas imaginativas. Ante las bombas y la muerte, sólo cabe actuar con normalidad por mucho que el cuerpo nos pida soluciones emocionales. Frente a la pasión de la sangre, la frialdad del sentido común, la racionalidad moderada de la unidad y el civismo sensato de la participación democrática. Así ha reaccionado siempre la civilización frente a la barbarie. Si queremos hacer daño de verdad al terrorismo, hemos de ser sobrios, y a la vez dignos, participando hoy en las manifestaciones que recorrerán las ciudades extremeñas y votando el domingo abrazados a la libertad.

Cuando sobreviene la masacre, hay ciudadanos que se escandalizan de la retahíla de declaraciones de condena de los políticos, repitiéndose atentado tras atentado. Pero esa letanía de lamentos es necesaria. En los tiempos de tribulación la originalidad es contraproducente.

Tras los atentados del otoño de 1991 en Madrid, Kubati , el asesino de Yoyes , reñía a sus compinches por haber colocado tres bombas muy cerca unas de otras. Eso había permitido que las cámaras grabaran imágenes de las víctimas. Los terroristas quieren que sus atentados se conviertan en números de muertos, no en imágenes de muertos. Las cifras dan lugar al análisis político, los cadáveres sólo dejan paso al horror. No hagamos sociología con el terrorismo porque la muerte es solo muerte. Horroricémonos y marchemos juntos por las grandes avenidas extremeñas unidos por la paz, votando por la democracia.

*Periodista