WPwocas soluciones desbloquean esta situación tan repetida en Extremadura: un empresario de fuera de la región compra uno de nuestros clubes de fútbol pensando en hacer negocio y, al cabo del tiempo y tras coleccionar uno o varios fracasos, el equipo acaba totalmente de espaldas a la ciudad que le acoge. La situación se enquista y no hay más salida para el desinteresado aventurero que vender y marcharse por donde había venido. Pasó en Badajoz, pasó en Mérida y ahora podría pasar en Cáceres, donde Félix Campo se ha fortificado obstinadamente en un desértico castillo de arena que él mismo se ha construido.

El Cacereño, con más de 80 años de vida, merece otro presente, otro futuro. Los elogiables esfuerzos de Campo , un industrial salmantino de mucho dinero pero escasa capacidad de transmitir entusiasmo, no van ya a ninguna parte. Y ahora tiene una estupenda oportunidad para batirse en una retirada más o menos digna, incluso sin perder apenas dinero: traspasar el poder a Antonio Martínez Doblas y Angel Marcos , dos extremeños que aseguran tener la determinación suficiente para evitar que este histórico club juegue poco menos que en familia, por mucho estadio y mucho bingo que posea.