Si existe una trayectoria reconocida y objetivamente contrastada de desarrollo rural y de buen hacer en la región, es precisamente la que los Grupos de Acción Local extremeños vienen ejerciendo durante algo más de diez años. Cualquiera que analice la situación en las zonas rurales se percatará de que existe, sin lugar a dudas, un antes y un después desde el nacimiento de éstos. Estas organizaciones han sido las responsables de canalizar las iniciativas PRODER y LEADER en Extremadura que, fundamentalmente, han gestionado fondos y medidas relacionadas con la diversificación económica, pero también han logrado una cierta cohesión social, avalada por las estructuras y órganos de funcionamiento que han permitido de manera abierta y sin exenciones, la participación directa o indirecta de toda la ciudadanía.

En días pasados tuve la oportunidad de conocer un documento que la organización agraria UPA-UCE difundió en un seminario cuya temática era la futura programación para el desarrollo rural en Extremadura, y a decir verdad me sorprendió de manera profunda y lo más importante, me decepcionó por atacar de manera directa a todos los ciudadanos que creen y confían en los Grupos de Acción Local, poniéndose en duda la transparencia de los mismos en cuanto al tipo de colectivos o entidades que los integran, y echándoles en cara la escasa participación de agricultores y ganaderos en los mismos.

Respecto a este asunto y en lo que a participación se refiere, por mi propia experiencia tengo que manifestar que la participación en estas organizaciones, en su mayoría sin ánimo de lucro, se hace de manera libre y voluntaria, de la misma manera que sucederá en cualquier OPA u organización agraria, o al menos así debiera suceder. Quiere decirse que quien desea participar lo hace mediante el procedimiento habitual en cualquier colectivo privado, es decir solicitándolo. En la zona en la que trabajo, y me consta que en la gran mayoría de las zonas rurales de Extremadura, no se conoce ni se ha solicitado la participación de los sindicatos agrarios en ninguna de las mismas, y sí los han hecho cooperativas agrarias locales, agricultores y ganaderos a título individual y otros colectivos afines.

Con todo esto queda claro que algunas organizaciones agrarias pretenden aprovechar el declive de las ayudas de la PAC para reivindicar de manera pública un papel que nunca han querido o han sabido asumir, pretendiendo utilizar si fuese necesario la rotura de una forma de desarrollo ampliamente viable y reconocida por todas las administraciones. Resulta evidente que están viendo las orejas al lobo y aquí hay que mantenerse a toda costa, aunque eso suponga destruir el trabajo de más de una década, con resultados más que visibles e indiscutibles.

Las OPAS están para lo que están, tienen una responsabilidad y unos compromisos muy importantes, sobre todo con quienes militan en ellas, y no estaría bien que se produjesen enfrentamientos y pujas por cuestiones evidentes, ajenas a ellas. Sería más recomendable establecer líneas de colaboración y de apuesta común por la agricultura como un elemento crucial para el medio rural, crear alianzas estratégicas para impedir reformas asfixiantes y suicidas para algunos sectores, y sobre todo no mezclar churras con merinas por el bien del medio rural y de las gentes que aquí vivimos. felipe.sanchez.barbaextremadura.es

*Técnico en Desarrollo Rural