Me van a permitir que dé la bienvenida al verano a mi manera, como me gusta hacer cada vez que llega el calor y empieza a oler a vacaciones. Cuánta alegría para el cuerpo aunque empecemos a sentir que en las plazas ya calienta y los abrigos también sean cosa del pasado hasta que algún día regrese el frío.

Y así ocurre que nos echamos a la calle como si, valga el topicazo, fuera nuestra para descanso de nuestros cuerpos y alegría de nuestras almas. Fue precisamente esta sensación la que sentí la otra noche de sábado en el certamen de cantautores Cantando a la Rivera de Gata, con un exquisito y talentoso cartel de autores y autoras emergentes venidos desde distintos puntos de España hasta la localidad cacereña de Moraleja, allá donde la sierra de Gata empieza a mostrar la belleza del monte Jálama.

Soplaba el viento suave que acariciaba la cara, sonaban las canciones nuevas que nunca antes habíamos escuchado. Había llegado el verano. Igual de bueno que pisando el pasado jueves el albero de la plaza de toros de Cáceres durante la fiesta de los premios Empresario del Año que organiza este periódico. También sabía el aire a calima, como queriendo decirnos que ya había llegado la hora de disfrutar de la noche y las buenas compañías.

Fue tan bueno reencontrarse con tantas caras conocidas, que la madrugada supo a poco. No tengo que decirles que también el mar ya está bello. A la orilla el Atlántico portugués brilla de azul esperando a que el turismo dé buena cuenta de viandas y baños, de zapateiras y arroces, de luz y de vida. De vino y de rosas. De darle al cuerpo el descanso que necesita. Gusta la calle, gusta el abrazo del verano que ha llegado. Disfruten mucho y no olviden que ha venido para quedarse.