Los últimos datos facilitados por el Centro de Investigaciones Sociológicas sobre los aspectos de la realidad que más preocupan a los españoles, suelen ser cada vez más sorprendentes, ya que evidencian una escasa coincidencia o más bien una clara divergencia entre los planteamientos que los políticos consideran sustanciales y aquellos otros que afectan a la mayor parte de la ciudadanía.

Es cierto que la respuesta de los ciudadanos suele producirse sobre la base de criterios estrictamente individuales, mientras que la de los gobernantes, por el contrario, se atiene a consideraciones de tipo más general, como consecuencia de la soberanía que poseen y debido a que su acción va dirigida hacia el bien público.

Para los políticos la reforma de los estatutos de autonomía y el feliz desenlace del terrorismo constituyen el eje vertebrador y la quintaesencia capaz de dar sentido a toda una legislatura, para los demás esas cuestiones ocupan un lugar secundario, como prueba de ello, baste recordar la escasa participación que se produjo en el referéndum sobre el estatuto catalán, un tema con el que se distrajo durante tanto tiempo a la opinión pública, que exigió tanto esfuerzo, tantas palabras inútiles, tanta controversia y tanta crispación, y hacia el que la mayoría de los ciudadanos de Cataluña mostraron escasa aceptación, considerándolo un planteamiento más propio de la clase política nacionalistas que de un requerimiento basado en el interés general, y no digamos ya de la recién estrenada realidad nacional andaluza. Hay quien puede atribuir que este divorcio entre la opinión ciudadana y los temas transcendentales obedece más a un cierto hastío y al cansancio, que al desinterés por el tema. Europa, por contra, camina hacia el fortalecimiento del Estado central, en Italia, a instancias de su nuevo presidente Romano Prodi , ganó el no en un referéndum para aumentar el grado de competencias autonómicas, lo mismo ocurrió en Alemania donde una reforma pactada entre los dos grandes partidos sirvió para reforzar las competencias del Estado.

Sí ocupan un lugar preferente entre las inquietudes de los ciudadanos problemas como el de la vivienda o el de la inseguridad, el primero de ellos por tener atenazada a gran parte de las familias con hipotecas muy duraderas y ajustadas al máximo, mientras otros en cambio observan con resignada impotencia la imposibilidad de poder acceder a una vivienda a pesar de ser España el país de Europa donde más se construye. La inseguridad ciudadana afecta en tanto en cuanto, sin ella no es posible la libertad, y la calidad de vida pierde muchos enteros en aquellas zonas sometidas a la constante presión de mafias internacionales que actúan con nuevos métodos de violencia y de extorsión, y frente a las que el sistema policial y judicial han de enfrentarse con escasos recursos.

XEL DESEMPLEOx sigue siendo otra de las cuestiones que gravita sobre la vida de los españoles, a pesar de atravesar España por una de las etapas económicas más florecientes. Esta percepción puede ser imputable a que el ciudadano constata que no existe certidumbre, que buena parte del actual empleo es precario, temporal, sustentado en contratos basura y sin una clara definición de continuidad, basado más en el sector de la construcción que en una inversión empresarial propia de una economía moderna y productiva.

La inmigración ilegal es otro tema que preocupa, por cuanto España no es un país con una economía capaz de soportar un flujo constante de inmigrantes, por lo que han de tomarse las medidas necesarias para evitar estas entradas masivas, a la vez que establecer políticas adecuadas dirigidas a garantizar una integración de pleno derecho de los ya legalizados, al objeto de evitar que se formen guetos de marginalidad.

Otro de los problemas que inquietan a la ciudadanía es el constante aumento del consumo de droga, son escalofriantes los datos que sitúan a España a la cabeza de Europa en cuanto a cantidades consumidas y a la premura en los comienzos; completando esta tabla de datos continúan los temas que habitualmente aparecen en los medios de comunicación como cuestiones sanitarias, administrativas, judiciales, o educativas.

Adquieren por otro lado buena puntuación algunos de los servicios profesionales y otros proporcionados por las administraciones públicas y autonómicas.

Siempre se ha dicho que el poder aísla, que los políticos viven ignorantes de la realidad más próxima, que por un lado van las intenciones de los gobernantes y por otro las demandas y las necesidades de la sociedad, que a veces es necesario saber dotarse de interlocutores válidos, de intérpretes que además de aunar ambas inquietudes sean capaces de generar expectativas, en la certeza de que el Estado se legitima en cuanto busca el bien público.

*Profesor