La una es clara, la otra sombría; viva, aquélla; turbia ésta. Todos confiesan decir la verdad, y pocos, la mentira. Aunque hay grandes y medias verdades, como hay abultadas y pequeñas mentiras, con sus variantes: científica, moral, política, etc. La verdad nos hace libres, mas copiosa es la que se edulcora para no hacer daño a nadie. Y siempre se puede manipular. Ni el historiador más riguroso puede jactarse de poseer la verdad apodíctica, pues alguien la refutará; como no hay tribunal, libre de sentencias erróneas: El 'affaire Dreyfus ' fue gigantesco escándalo, entre otros garrafales veredictos históricos. Aunque tal actitud puede conducirnos al puro relativismo, por lo que se debe partir de principios y actuar en consecuencia. Pero, de tejas abajo, no hay verdades absolutas.

Se abusa de las medias verdades y del cínico "políticamente correcto", habitual en las relaciones sociales y en los medios. Aunque, invariablemente, la verdad ha sido hija del tiempo; lo que no justifica manipularla y encubrirla, según intereses de grupos o por motivaciones que distorsionan situaciones. Se teme la verdad, por eso se matiza y administra a la carta; ante esto Javier Sádaba escribió: "la verdad si no es entera, se convierte en aliada de lo falso".Aunque María Zambrano replica: "Decir la verdad es imposible: o es nefasta o es inefable". Afirmación ésta que no compartimos.

Otra cosa es saber decir la verdad. Lo indicó el viejo proverbio: "cuando lances la flecha de la verdad, moja la punta en la miel"; pues no faltan ejemplos en que, actuando a boca jarro, se producen reacciones contraproducentes. Aunque, en momentos decisivos, hay que encarar la realidad, para extirpar lo podrido, como se espera que todas las bancadas del Congreso lancen una fulminante condena contra los que usaron la tarjeta negra, de Caja Madrid, antes poderoso cortijo de Miguel Blesa . Esta tropa de irresponsables ha oscurecido su honor con el nubarrón negro de su gigantesca mentira, al llevar una doble vida, usando dineros gastados en cosas que causan rubor, sustraídos de los ahorros de los estafados con las "preferentes". ¿Y no engaña, otra vez Mas a los catalanes, con la grotesca mentira de su nuevo simulacro de votación? Pero la verdad, brillará por si sola, como sale a flote la gota de aceite en vaso de agua; pues por muy hábil que sean su treta y trampa, al final, el rey vestido de la fábula se verá realmente desnudo entre la rechifla y su futuro incierto político.