No hay mercancía más peligrosa que la verdad. Nadie está en posesión de la misma. Hasta hace no mucho la manejaban unos cuantos privilegiados; hoy en día se ha ido alejando de los púlpitos, visita con frecuencia los laboratorios y gusta de los cálculos estadísticos. Es una consecuencia de la selección natural; el ser humano evoluciona, le pese a quien le pese, y necesita prolijos estudios para dilucidar los hechos y llegar a la evidencia: ahora se fía uno más de una bata blanca que de una sotana o un uniforme. La responsabilidad recae, por tanto, en los hombres de ciencia; las personas menos partidarias de las verdades absolutas que hay en el mundo. Seamos tan cuidadosos como ellos. A la ciencia no se le puede poner reparos, pero sí a algunos dejes pseudocientíficos de nuestra sociedad. Si un estudio demuestra que el consumo moderado de cerveza mejora la salud de determinados sujetos, suponemos que en el estudio se ha llegado a esa conclusión cumpliendo las exigencias de la ciencia, y por ello deducir que dicho consumo es super-recomendable. Fabricantes y distribuidores respiran aliviados y luego aplauden. Del mismo modo, algunos narcos podrían extrapolar estos resultados y encargar otro estudio que demuestre que el consumo controlado de cocaína y anfetaminas mejora el rendimiento académico de los estudiantes de secundaria en época de exámenes. Precaución, amigo lector. ¿ Es necesario demostrar científicamente que un yogur es casi una vacuna más que un alimento, o que para tener una longeva existencia nada como dormir sobre un cementerio nuclear o residir a escasos metros de una central? ¿Encargará el CSN estudiar si las placas solares son peligrosas para la salud? Pues es evidente que lo son, sobre todo si uno se da en la cabeza con una de ellas. Tenga usted fe ciega en la ciencia, pero no se fíe de quienes están más que interesados en sus resultados. No son muy distintos a los que venden cremas rejuvenecedoras afirmando que una de cada tres mujeres... Así que, por Dios, o por lo que más quieran , no digan su nombre --el de la Ciencia-- en vano. La historia natural se lo agradecerá.