No lo entiendo. No soy capaz de comprender por qué nos toman el pelo tan descaradamente y, encima, creen que no nos damos cuenta. En esta España que nos hemos fabricado donde quien no es independentista o no tiene votos que poner encima de la mesa, no pinta una mona, Extremadura pesa muy poco, por no decir nada de nada. Para prueba, el ferrocarril. Porque no digo ya el ansiado AVE, que ni está ni se le espera, sino el tren rápido o como se llame, o el simple tren convencional, ese que lleva a la gente de un sitio para otro en un tiempo más o menos prudencial. Aquí directamente no existe, aquí seguimos como la canción, con el chucuchú del tren, esperando a que Madrid mueva ficha y a ver que nos cae mientras que el resto de territorios gozan ya de unas prestaciones dignas y adecuadas a sus necesidades.

Esta semana hemos tenido la visita del nuevo ministro de Fomento y la foto de portada de nuestro periódico ha ido con el titular entre interrogaciones: ¿Otra foto de un ministro sin AVE? No era para menos. Seis visitas y cuatro titulares de esta misma cartera desde 2003 en que se selló la Alta Velocidad extremeña y seguimos sin AVE y sin nada que se le parezca. Sí, la obra es faraónica, la plataforma está muy avanzada, pero para rodar por ella faltan cuanto menos 2 años más y veremos. Porque nos prometieron un tren rápido en 2016 y ahora nos lo posponen a 2019 y nos prometieron un AVE en 2010 y ahora se habla de electrificar la vía en 2020 pero de ancho europeo o doble vía no se dice nada. Y lo peor: sólo se habla del territorio extremeño, en absoluto se menciona el enlace del trazado más allá de Navalmoral de la Mata hasta la conexión con Madrid donde por no haber, no hay ni proyecto.

Que se entere todo el mundo: Extremadura es la única comunidad española que no tiene ni un solo kilómetro de vía electrificada. Sí, han leído bien: la única. El mallado de vías que copa todo el territorio nacional, la centralidad y la periferia, no existe en el suroeste. Cero. Es la vergüenza nacional, pero aquí miramos para otro lado o protestamos por lo bajini mientras los políticos se miran de reojo los unos a los otros, porque ruido lo que se dice ruido no se hace, pareciera que estuviéramos abocados a la resignación. El estigma de antaño, el conformismo extremeño.

Hace unos días recibí una llamada de teléfono pidiendo un voto de confianza para el nuevo ministro. Íñigo De la Serna es ingeniero y sabe de lo que habla; no ha dado fechas allá donde ha ido y en Extremadura sí lo ha hecho, lo que supone un compromiso; y ha aceptado crear una comisión de seguimiento para cada seis meses analizar el estado de las obras. Pero sinceramente creo que es el momento de acabar con los actos de fe o la confianza ciega. El camino se demuestra andando, básicamente porque sus predecesores no cumplieron lo prometido y se marcharon de rositas y porque los extremeños a partir de ahora deberíamos imponernos el credo de que todo lo que no aparezca en los Presupuestos Generales del Estado y, acto seguido, en el BOE simplemente no existe.

Extremadura no está reivindicando un trato preferente, no está exigiendo una deuda histórica del Estado para sí aunque debiera, está reclamando equiparación con el resto de España. Porque si nuestro punto de partida es mucho peor, y encima no contamos con las mismas herramientas, apaga y vámonos. Le damos las llaves a Madrid y nos largamos todos a otra parte.

Es obvio que el tren no va a venir a arreglar todos nuestros problemas, que el paro está ahí, que la despoblación y consecuentemente la dispersión geográfica va a más, que nuestra industria es escasa y la que existe se nos cae y que nos estamos convirtiendo en una región de viejos y trabajadores públicos o del sector servicios, pero habrá que moverse, de lo contrario no sacaremos jamás la cabeza por encima de la tapia. El ferrocarril trae gente, mueve gente, anima a inversores, mueve mercancías e incrementa las exportaciones. No podemos perder ese tren de fututo, y no tanto por el AVE, que también, sino por todo. En un mundo globalizado, donde no hay distancias sino tiempos de viaje, Extremadura no puede estar tan alejada del resto como lo estaba hace 30 años, porque habremos mejorado sin duda, pero seguiremos en la casilla de salida igual que al principio.