En vísperas del nuevo informe de los inspectores de la ONU, los partidarios de presionar a Irak sin desencadenar una guerra reciben un balón de oxígeno. Se desconocía si Francia o Rusia tendrían coraje para esgrimir su derecho de veto e impedir que la ONU respalde oficialmente la ofensiva que desea iniciar Bush, y ayer decidieron anunciarlo... y juntas. Ante eso, Washington tiene que hacerse fuerte en su desacreditada tesis de que la resolución anterior de la ONU, la 1441, ya le daba cobertura legal para lanzar el ataque.

Con ese horizonte, ni siquiera es seguro que EEUU deje que la ONU pueda pronunciarse de manera formal contra la guerra. Pero el resentimiento de Bush podría traducirse en una maniobra para desacreditar al órgano internacional: dejar que la ONU se oponga al ataque y luego realizarlo por su cuenta. La pregunta que cabe hacer desde España es si, en esa hipótesis, Aznar y el PP se pondrían al lado de EEUU desatendiendo la resolución del Consejo de Seguridad.

El mundo mantiene un dilema diabólico. O acompaña a Estados Unidos en su llamada guerra preventiva o deja que Bush la haga por libre y al mismo tiempo le haga un daño irreversible a los organismos internacionales.