En mi etapa como redactor tuve un director que siempre protestaba porque, allí donde iba Ibarra, lo que decía era el titular de la información. «Si se inaugura una carretera, la noticia es la carretera, no lo que dice Ibarra al cortar la cinta», venía a señalar. Pero el expresidente extremeño se sabía de maravilla el funcionamiento de los medios y cómo ‘romper cristales’ para que todo el mundo centrara el foco en sus palabras por muy importante que fuera el acto que estuviera presidiendo. A veces era efectivo y conseguía cosas, todo hay que decirlo, pero otras, la verdad, no lograba más que ese titular impreso en una página de periódico. Cuento esto por aquello que soltó el expresidente en 2006 tras un consejo extraordinario de gobierno de los que entonces se hacían para impulsar la región. No quiere decir que ahora no se hagan, pero en aquella época el Ejecutivo se reunía durante dos días en un lugar que cambiaba cada año para pensar y relanzar iniciativas que definieran la acción del Gobierno para cada ejercicio. Eran una especie de ejercicios espirituales, como decía la oposición, aunque luego ellos asimilaron el modelo como iniciativa propia cuando gobernaron con Monago.

Pues bien, en aquel consejo de Gobierno, que se celebró en Granja de Torrehermosa y que cubrimos un amplio grupo de periodistas entre los que me encontraba, la noticia podía haber sido cualquiera de los asuntos importantes tratados y aprobados en esa cita, pero entonces estaba en el candelero la OPA lanzada por la compañía alemena E.ON sobre Endesa y alguien le preguntó al presidente por ello, a lo que contestó que si como se vienen oyendo la central nuclear de Almaraz tenía que seguir abierta a partir del año 2010, sí han leído bien, en 2010, Extremadura tendría que hacerse oír.

¿A qué se refiere presidente? Repreguntó el periodista. Pues que, según él, «tenían que cerrar en el 2010 y ése sigue siendo el primer objetivo». No obstante, si debe seguir abierta la instalación por la situación del mercado energético, la crisis del petróleo u otras causas, de lo que no cabe duda es de que la empresa va a ganar dinero. «Pues bien, ahora nos toca a nosotros», sentenció Ibarra, añadiendo que si la matriz no acepta esta condición, «no hay nada que hacer». Dicho de otra forma y ahí radicaba la noticia, o se trasladaba la sede social de la central a la población de Almaraz o tendría que liquidar el negocio «Esa es la condición política y, si no se cumple, pelearemos desde todos los frentes para que cierre».

Notición. Ibarra estaba plantándose y poniendo unas condiciones, entonces económicas, para aceptar que la instalación permaneciera en Extremadura. ¿Pero de cuánto dinero estábamos hablando? Pues sólo de IVA eran 300 millones de euros de la época.

Han pasado más de 10 años desde entonces, nos acercamos al vencimiento de la fecha de caducidad de la central nuclear extremeña, que será en 2020, y Almaraz sigue tributando en Madrid habiendo hecho todos los papeles y actuaciones para solicitar una prórroga de otros diez años. El requisito o condición ‘indispensable’ de Ibarra cayó en saco roto entonces y sigue sin cumplirse. ¿Porque? Porque los dueños, Endesa, Iberdrola y Unión Fenosa, alegaron entonces que ya tributaban en sus respectivas sedes sociales, en Madrid fundamentalmente, y no podía ser. No existía una fórmula legal que amparara que este negocio pagara sus impuestos allí donde está instalado. ¿Creíble? Al parecer sí visto lo visto.

Ahora la cuestión vuelve a estar de actualidad, pero a cuenta de los impuestos. Y es que existe un cierto movimiento social que exige que Extremadura y otras comunidades anulen el impuesto de Sucesiones como ya ha hecho Madrid, comunidad en la que la tributación es cero y los herederos de un fallecido no pagan un euro. Guillermo Fernández Vara ha salido a decir que Madrid no tiene impuesto de Sucesiones porque, entre otras cosas, «se beneficia de la central de Almaraz». Y es verdad, el presidente extremeño dice una verdad como un templo, no hace falta atosigar a los contribuyentes madrileños si tienen ingresos por empresas que, encima, contaminan y no están en su territorio.

Teniendo en cuenta que desde 2013 Extremadura es autosuficiente con la energía renovable que hay instalada, la central nuclear de Almaraz se puede decir que nos sobra, produce energía para Madrid casi en exclusiva. Y como tiene toda la pinta de que no se va a cerrar, --ese sería otro debate y también otro artículo--, en esta ocasión sí debe ser condición sine qua non su tributación en Extremadura.

El gobierno extremeño, y tras él toda la región, debe jugar bien sus cartas o, de lo contrario, nos la colarán otra vez.