La intensidad y premura de las iniciativas legales, declaraciones y gestos que ha desplegado el Gobierno en materias como la lucha contra la delincuencia y el terrorismo, o en la defensa de la unidad del Estado, permitían deducir que el Partido Popular era consciente del daño causado por el caso Prestige en sus expectativas electorales. Nuestro Barómetro de invierno confirma este desgaste. El partido de José María Aznar tendría hoy sólo una ventaja de 1,4 puntos sobre el PSOE, cuando en las generales del 2000 superó a los socialistas por 10,4. La mayoría absoluta le queda ya muy lejos.

Pero el mismo trabajo confirma, por otra parte, la habilidad del contrataque del PP: hay apoyo general a varias de las medidas de Aznar, como el endurecimiento del Código Penal o el cumplimiento íntegro de las penas de los terroristas. Estamos ante un curioso pulso en el que de la capacidad del Gobierno para atribuirse en exclusiva iniciativas que también apoyan los demás partidos parece depender su futuro electoral. De momento, el Barómetro refleja que el PP ya está logrando que el caso Prestige manche también al conjunto de las fuerzas políticas y no solamente a la formación de quienes tomaron las malas decisiones.