WEw l comunicado hecho público ayer por ETA en el que reivindica el atentado del 30 de diciembre en Barajas, pero a la par lo considera compatible con la tregua, es una demostración más de hasta qué punto la organización terrorista vasca ha perdido el sentido de la realidad. Decir, después de esa monstruosa acción, en la que murieron dos personas, que el objetivo "no era causar víctimas" y que el alto el fuego sigue vigente parecería una tomadura de pelo si no fuera por las dramáticas consecuencias que pueden tener la cerrazón y el nulo sentido moral y político que demuestran quienes han redactado el escrito. No es extraño que los colectivos de víctimas del terrorismo entiendan que la banda criminal intenta "reirse" de la sociedad española. ETA se equivoca rotundamente si cree que aquí se puede repetir el modelo irlandés, en el cual las conversaciones entre el IRA y el Gobierno británico siguieron después de graves atentados. La supuesta hoja de ruta para acabar con la barbarie que es el terrorismo no puede estar, por mimetismo con el conflicto del Ulster, jalonada por hechos en sí mismos salvajes.

Evidentemente, la respuesta del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ante ese comunicado no podía ser otra que subrayar la total falta de credibilidad de ETA después de la bomba de la T-4 y señalar que ya solo hay un camino para acabar de una manera dialogada con el fenómeno terrorista: la renuncia para siempre por parte de ETA a las pistolas y a las bombas. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, consideró ayer "un sarcasmo" que ETA haya asegurado que no pretendía causar víctimas con su furgoneta bomba e insistió en que con violencia ya no cabe el diálogo: "ETA ha roto su tregua", zanjó. El Gobierno coincide en esa postura con todas las formaciones democráticas. Sería impensable que alguna de ellas propusiera ahora dar otra oportunidad a los etarras, como el pasado lunes había solicitado Batasuna con una solemnidad digna de mejor causa.

Por lo demás, la jornada de ayer trajo, en el campo de la lucha antiterrorista, dos buenas noticias. La primera, la detención en Francia de dos presuntos etarras, relacionados con el escondite hallado en Amorebieta (Vizcaya) en el que se almacenaban explosivos. La batalla contra ETA debe continuar en el terreno policial y uno de los ejes tiene que seguir siendo la eficaz colaboración de las policías de España y Francia, que volvió a quedar demostrada ayer.

La segunda buena noticia es la incipiente recomposición, si no de un total consenso entre los demócratas, sí al menos de un mínimo común denominador sobre cómo afrontar ahora la nueva etapa de la lucha contra ETA. La durísima batalla política establecida a gritos entre los dos grandes partidos españoles es, además de estéril, un elemento de crispación y un factor que beneficia objetivamente a quienes siguen empeñados en las vías violentas.