El hombre ha viajado en todo tiempo y lugar. Surcó mares, cruzó continentes y desiertos, fue al Polo y se internó en la selva, usando canoas, veleros, calesas y diligencias, trasatlánticos, paquebotes y poderosas aeronaves. Al principio, las travesías duraban meses y años, cuya épica tuvo su cantor literario en Julio Verne , que hace del viaje un mito, al igual que Colón con sus tres carabelas, Elcano , con su vuelta al Mundo, Mao Tse Tung , con su Larga Marcha , o Hillary , con su escalada al Everest. Proezas que causaron admiración y pasmo; pero también los hombres, en medio de guerras y persecuciones, viajaron por su supervivencia, en diáspora urgente y éxodo masivo, con sus hatillos al hombro, en dirección a ninguna parte- Mientras tanto, descubrimientos técnicos perfeccionaban el transporte en su lucha contra el tiempo, tratando de hacerlo menos pesado, mediante carreteras de todo orden que cruzaban continentes y países, al tiempo que coches, camiones y barcos eran cada vez más potentes. Igualmente, el ferrocarril dio pasos gigantescos, en rapidez y confort, hasta con ese halo de romanticismo que poseía el tren Orient Express, donde la alta burguesía europea viajaba, de París a Viena y Budapest, en glamurosos vagones, convertidos, a veces, en platós de grandes películas.

Pero hoy los viajes son cómodos y veloces, aunque perviva, a la vez, la dolorosa emigración de marroquíes y subsaharianos, en frágiles pateras que cruzan el Estrecho, o incontables sudamericanos que atraviesan el Atlántico. Simultáneamente, se generaliza el viaje de placer, con toda clase de pasajeros, que abarrotan aeropuertos y autovías para visitar ciudades y paisajes, como Roma, París, Londres, Praga, Nueva York, o el Cañón del Colorado, el Oeste americano y las cataratas del Niágara-Solo las huelgas de pilotos, controladores y conductores de autobuses, ensombrecen las ilusiones de viajar, o el trágico accidente de una nave que salta en pedazos por los aires, o que dos turismos colisionen frontalmente, cuyas negras estadísticas no cesan por desgracia, sobre todo, en estos meses de verano. No obstante, la vorágine de viajar se acrecienta, mientras cientos de agencias nos bombardean con circuitos de ensueño y fantásticos cruceros, donde antes sólo viajaban potentados, marquesonas y ricachones. Es la época de oro de los viajes, que evidencia que el mundo es una aldea global .