La polémica por el excesivo control que sufren los usuarios de los aeropuertos amenaza con subir de tono si se extienden los escáneres que permiten ver la imagen desnuda del viajero, incluidos los genitales, un sistema alternativo del cacheo y que ya ha empezado a ponerse en funcionamiento en Australia. El Ministerio de Fomento se muestra, por fortuna, sensible a las quejas por la futura instalación del llamado body scaner, que muchas personas consideran vejatorio, y afirma que no lo instalará si tienen el rechazo del público.

Hace años que organizaciones de consumidores y políticos dan la batalla contra lo que a todas luces es un abuso para los viajeros en nombre de la seguridad. Ahora se ha demostrado, por ejemplo, que unas máquinas sencillas evitan el penoso trámite de tenerse que descalzar en un aeropuerto y caminar en calcetines. Y EL PERIODICO muestra hoy cómo productos que se venden en las zonas comerciales de los aeropuertos no pasan ningún control, mientras que los viajeros deben abandonar geles y refrescos antes de embarcar.

El pánico que provocaron los atentados del 11-S del 2001 llevaron a un aumento de los controles, muchas veces irracional. La tecnología debe ayudar a mejorar la seguridad, pero sobre todo ha de imponerse la norma de que somos viajeros antes que sospechosos.