La mentira se ha instalado como una forma de mensaje y de comportamiento. Para vencer al contrincante, se miente sobre él y se le denigra con todas las falsedades posibles para someterlo. Como los familiares de los 192 muertos el 11-M quieren saber la verdad, los portavoces del PP han aplicado esta fórmula. Mentir y denigrar. Se quiera o no, es el peor crimen que hay, pues a consecuencia de las mentiras se manipula la mente de las personas, que, enfrentadas, acaban cometiendo actos terribles. La Alemania nazi fue una gran mentira al pueblo alemán. Millones de muertos. La guerra del Vietnam fue una gran mentira del Gobierno americano. Millones de muertos. Afganistán fue la mentira del Gobierno ruso, y ahora el americano. Centenares de miles de muertos. Angola, Uganda, Liberia, toda Africa, masacrada por las mentiras de Europa y América. En Irak mueren cientos de miles de ciudadanos por las mentiras de Bush, Blair, Aznar, Berlusconi y Barroso, entre otros. La mentira debería castigarse muy severamente y hacer caer sobre los mentirosos toda la contundencia proporcionalmente al mal causado, ya que deberían ser responsables de las consecuencias de sus mentiras. Como muchos son mentirosos compulsivos, aceptan las torpes calumnias que nos bombardean conocidas cadenas de radio de los obispos y otros conocidos demócratas que, con la excusa de la patria, solo dividen a los ciudadanos. Quisiera creer que un día daremos la espalda los mentirosos y manipuladores dejándoles solos sin escuchar, leer ni votar. Si no lo hacemos, es que quizá no queremos vivir armónicamente con los otros conciudadanos. Qué pena.

Joaquín Simón **

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