TLtlama poderosamente la atención el contraste que existe entre los datos que el INE nos ofrece, sobre la renta extremeña y las posibilidades económicas que las familias de la región tienen de cara a afrontar una serie de gastos (el 40% de los hogares se encuentran asfixiados), y la imagen que día a día observamos en los centros comerciales, especialmente en este último mes del año. Realmente cada vez que visito uno de estos focos de consumo acabo con un estado anímico un tanto alterado y malhumorado, no sólo por la merma económica que para el bolsillo supone el paseo por tan atractivos escaparates, sino por la velocidad y el ajetreo de la visita, que antes o después acaban consumiéndome.

El grado de gasto y consumo abusivo y excesivo que somos capaces de soportar en estos días previos a la Navidad nos hace víctimas de estrategias de marketing, planificadas a conciencia para sucumbir a la tentación y ser menos libres si cabe a la hora de elegir o decidir sobre nuestras necesidades reales de consumo. Es algo evidente y ciertamente contrastado a poco que reflexionemos y profundicemos en el día a día.

Quien más y quien menos está atado a una hipoteca, dispone de varios teléfonos, posee un vehículo para viajar-, en fin, una serie de elementos de consumo que por sí solos necesitan de un nivel económico relativamente alto. Si a eso se le une que somos un pueblo envidioso y nos gusta estar a la altura del vecino, nuestra particular escalada hacia la altura de la vanguardia nos genera una adicción que se traduce en algunos casos en más horas de trabajo, menos tiempo de dedicación a la familia y sobre todo en víctimas de un sistema económico que nos hace menos libres. http://felipesanchezbarba.blogspot.com

*Técnico en Desarrollo Rural