La semana pasada, un vez más, la Audiencia Nacional juzgó a dos GRAP0S por el caso del secuestro de Publio Cordón. Era la esperanza que aún le quedaba a la familia, para saber, con cierta seguridad, dónde está el cadáver de esta víctima del terrorismo. Ha de resultar muy duro tener que secuenciar y repetir su angustia cada vez que estos terroristas se niegan a proporcionar esa información; esto es, conocer dónde está el cuerpo de un hombre que ya nunca volvió a despedirse de su madre, u observar a su familia crecer y ahuyentar todos esos miedos provocados por estos terroristas.

Siempre se manifiesta que resulta impagable lo que tantas y tantas víctimas del terrorismo y sus familias han hecho por este país, al consumir su sufrimiento bajo la esperanza de la justicia. Aunque el espejismo de la desesperación nunca deja hueco a la tranquilidad, después de haber sido escogido como víctima propiciatoria del plan maquiavélico que siempre resguardan y justifican los terroristas.

Decía Giovanni Falcone, aquel mítico juez italiano que tanto luchó contra la mafia, algo así como que la vida es una misión y el deber su ley suprema, en un intento de comunicar a la sociedad que la defensa del sistema democrático requería de un esfuerzo, y de un compromiso tan ineludible, que podría resultar heroico. Y heroísmo es lo que debemos sentir hacía estas familias. Pues bien, al hilo de ello, también decía aquello de que los mecanismos de las tamizadas organizaciones criminales buscan en la supuesta superficie de la legalidad mantener sus métodos criminales, de coacción, intrigas y asesinatos. Por ello, resulta ciertamente reprobable las manifestaciones en sede judicial de los terroristas, tratando de justificar lo injustificable, en el contexto de la amenaza de la sentencia judicial, tratando de argumentar políticamente lo que es, sencillamente, un acto vil y criminal. De ahí que algunos pensemos que sea impagable y valorable lo que hacen esas familias de víctimas, como la de Publio Cordón, que no permiten que la impunidad de no sé qué tipo de estrategia política criminal pretenda justificar lo que un día consistió en acechar la vida de una persona, para utilizarla como estrategia de cambio de una macabra banda terrorista.

La sociedad procura situar en un cierto de olvido todo aquello que repudia y reprueba, dando al calendario una celeridad que pacifique aquellos hechos y crímenes horrendos. Lo que sostenía Fernando Savater, cuando afirmaba que el terrorismo es inmune, se nutre de los minutos de silencio multitudinarios, sólo la resistencia individual le contraría. De ahí que la memoria de los más cercanos avive ese sentimiento de impotencia, de repulsión y de justicia hacia lo que nunca ha constituido un ajuste de cuentas.

Tengo que reconocer que tiene que resultar duro, muy duro, escuchar por parte de su viuda y de sus hijas en los distintos juicios que han tenido lugar contra los distintos miembros del GRAPO, aquello de una lucha política, de unas reivindicaciones político-sociales, utilizando como instrumento de cambio la vida de una persona. Una persona que tenía una familia, amigos, y toda una ejemplar actividad empresarial. Al que un día señalaron como instrumento de identificación de su estrategia criminal. Tiene que ser duro para esta familia minutar a lo largo de tantos años su demanda de justicia y hacerlo bajo su impulso y su capacidad de lucha, para que la justicia no sea parte de un esquema de la sociedad, sino el valor supremo de dar a esta sociedad el ejemplo de que la democracia no consiste solo en proclamar valores, sino en hacer que estos se respeten y se cumpla con ellos. Estos familiares, con su perseverancia en la justicia, hacen algo tan destacado como evitar que el terrorismo, como aseveraba Umberto Ecco, consiga además de matar de forma indiscriminada, desestabilice a la sociedad. Porque la lucha contra estos terroristas, siempre debe ser guarecer la memoria de sus víctimas, y dar a la familia hasta el último esfuerzo para que no quede duda alguna sobre haber empleado todos los medios y mecanismos de nuestra justicia frente a la barbarie de desolación que provocan los terroristas.