Prácticamente despejadas todas las incógnitas sobre el rumbo político de la Extremadura autonómica y municipal para los próximos cuatro años, y tras una jornada electoral cargada de sorpresas y tantos o más perdedores (en algunos casos, por partida doble) que triunfadores, es hora de analizar con sosiego las múltiples lecturas de unos resultados en unos casos rotundos, como en las autonómicas, y en otros, léase las municipales, siempre interpretables. Veamos.

Rodríguez Ibarra está en plena forma en la que puede ser su última cita con las urnas. De los resultados cosechados por los socialistas en las autonómicas cabe destacar la holgura en cuanto al número de escaños obtenidos y el claro margen de confianza otorgado a una forma de hacer política que convence. Prueba de ello es el récord en cuanto a número de votos, en términos absolutos, que consigue la candidatura socialista, por encima de la barrera de las 340.000 papeletas. Una victoria cosechada en 301 de los 380 municipios extremeños, con la peculiaridad de que el PSOE es la fuerza más votada en las autonómicas en tradicionales feudos populares, como el caso de Don Benito.

Para el PP de Carlos Floriano, en esta convocatoria todo lo que fuera caer por debajo de los resultados obtenidos en el 99 por Juan Ignacio Barrero es un estrepitoso fracaso, que a buen seguro no pasará desapercibido para los poderes locales (¿barones ya?) de una formación que se ha tomado estas autonómicas como la gran prueba de madurez de su candidato. Quién sabe si la factura tardará en pasar, pero lo cierto es que el choque de trenes generacional en el PP extremeño se ha producido: los de siempre, es decir, los alcaldes de las grandes ciudades, revalidan sus posiciones, mientras los emergentes, la apuesta de Génova, vuelve a fallar, con el factor añadido de la escenificación electoral de la crisis de Plasencia.

Aunque bien es cierto que por parte de algunos puede ser calificado todavía de candidato de futuro, con cierto recorrido, a nadie más que a Floriano es atribuible la doble derrota del PP: de un lado las autonómicas y, de otro, el error de la debacle de Plasencia. Ahora, un pacto con el díscolo José Luis Díaz para garantizar la gobernabilidad por parte de los populares de esta plaza se interpretaría, sin duda, como un reconocimiento explícito de ese gran fallo de cálculo, sólo guiado por el empecinamiento o la bisoñez.

Y en las grandes ciudades, a pesar de la recuperación de votos por parte de los socialistas, alcaldes como Saponi o Celdrán, ven imperturbables sus posiciones, sobre todo en el caso de Badajoz. En Mérida ha llegado el aviso para el PP, con un rival, el socialista Angel Calle, a punto de dar la campanada y recuperar una plaza clave psicológicamente para la izquierda extremeña. Y sorpresas también en Navalmoral, donde el consejero Javier Corominas no ha logrado llevar la contraria a unas encuestas ya muy desfavorables para el PSOE.