TCtuando de verdad uno es consciente de lo corta que es la vida, es cuando llega el mes de agosto y encuentras en tu buzón un anuncio publicitario que dice: ´Vuelta al cole´. Yo no sé ustedes, pero un servidor se queda un instante paralizado repasando fechas y fechas hasta que cae en la cuenta del día que es.

La vida es corta y sólo se puede aprehender con un sueño. Si soñar nos permite saborear algún segundo de nuestro tiempo, hemos de luchar contra aquellos que pretenden lo contrario porque nos están acortando la vida más aún. Fumar mata, las grasas enferman, pero la publicidad de forma subliminal nos dice: "Corre a comprar ya, melón, ¿no ves que el cole empieza mañana, las Navidades pasado mañana, y el próximo verano está a la vuelta de la esquina? ¿qué esperas para reservar los libros de texto, los langostinos de Nochebuena, y la sombrilla playera con sillas adheridas"?

Hacen falta soñadores para esquivar esta velocidad del tiempo. No soñadores como ésos de Granada que celebran el Año Nuevo en pleno verano, ésos son unos cachondos que quieren comer uvas a cargo del presupuesto municipal de festejos.

Hacen falta soñadores como mi amigo Diego Valle , el director teatral de Alburquerque que a base de traernos las emociones de la Historia, es capaz de hacer que las agujas del reloj giren al revés. Un minuto de emoción artística, de conmoción ante un monólogo, un poema, o un movimiento musical, alarga la vida más que los bífidus o el método Pilates. Tampoco consiste en pasarnos todo el tiempo en Babia, sueña que te sueña, dormidos. Dormir no es soñar. Precisamente uno de los objetivos de algunas publicidades es adormecernos y hacernos creer que vivimos un sueño.

* Dramaturgo y director del consorcio López de Ayala