Tenía el aspecto de un abad venerable. Cuando nos encontrábamos, después de algún tiempo sin vernos, abría su pecho y te abrazaba. Entonces tenías la sensación de que eras estrujado por un leal y manso mastín. Al compás de ese agasajo, tan llanamente humano, resonaba una sonrisa prolongada, como si la elocuencia del afecto quisiera ser armonizada por la trompetería del órgano de su garganta, algo agrietada de tanto usar las cuerdas sonoras del afecto.

Este magistrado ilustre e ilustrado, campechano y pueblero, me ha acompañado muchos años en dos aconteceres bien distintos, pero ambos trenzados por su afán de bajar desde el escaño y el refinamiento de togas y puñetas judiciales, a la calle. En las conversaciones con todos, los propios y los ajenos, veían cómo el juez se había hecho más jerezano por voluntad de lo que otros lo son por nacencia.

Cada Miércoles Santo, nuestro Rafael de pupilas afiladas y desenfado, iba conmigo y otros cofrades en el recorrido procesional del Ecce Homo , una hermandad que fundara en el siglo XIX un noble y un poeta, y que da cobijo a muchos que --en esto de las creencias--, sin hacer de su capa un sayo, sí saben que en el fondo y en verdad cada cual se salvará verdaderamente por sus obras. Tales sentimientos quieren conjugar el diario existir a las entendederas postconciliares del tiempo que habitamos. Por eso pudo escribirse con certera expresión aquello de "La pasión, según Jerez de los Caballeros ".

XLLEGADO ELx Jueves Santo, el juez se colocaba un mandil blanco, se ponía detrás de un largo mostrador y ahí, a mi derecha, repartía durante horas tomates, cebollitas, pimientos... todo bien aliñado para acompañar al famoso cocido tras el que acuden cada año miles de personas. Chascarrillos y buen humor solfeaban por libre el entorno de ese juez camarero en anécdotas inolvidables para mí.

Este año no será lo mismo, al Viernes de Dolores se marchó Rafael, con su pecho hipertrofiado de cordialidad, sus manos episcopales hechas para el servicio de las sentencias judiciales y, por contraste, también para repartir verduras en el medio día de ese jueves especial donde tanto brilla el sol. Notaré su falta, sus ocurrencias, sus preguntas sobre los personajes y detalles urbanos de la ciudad templaria a la que tanto amó. Manolo Caballo presidente de la hermandad, y un nutrido grupo de amigos jerezanos (Filomeno, Quinito, Agustín Zahínos, Pepe y Agustín Márquez, Paco Carlos, Rafael Pérez Montes, Ana Carrasco y muchos más), le despedíamos el sábado en la iglesia badajocense de Santo Domingo. Se quedó chico el templo, y en el aire se mecía la plegaria dolida porque él era joven, buen amigo y padre de familia, afable, de buen yantar y pecho generoso para que cupieran todos los afectos.

Ya no callejeará por los templos de cera y mosto en la madrugada del viernes santo, unos hechos para serenar el alma, otros pensados para alegrar el cuerpo. Era Rafael como un juglar dispuesto a cortejar la palabra bajo las estrellas en esas horas en las que el misterio del huerto de los olivos parece ensañarse para subrayar los interrogantes que nos acosan. Rafael ponía el contrapunto castizo gritándole a la trascendencia que, para el ser humano, tan ignorante ante tanto por descubrir, importa intentar ser feliz a ratos, ya que la felicidad ininterrumpida no existe.

Porque ni tenemos la palanca del ayer para cambiarlo, ni contamos con poderes para programar el futuro. Sólo tenemos el ahora, ese instante habitado y volandero. Por todo ello él era vitalista y sonreía cuando con una copa en la mano te miraba y susurraba, "Bebe amigo, y haz el bien". A mí me recordaba tal sentencia a san Agustín cuando con su larga vida, llena de tropiezos y sabiduría, sentenciaba: "Ama y haz lo que quiera".

Buen viaje, Rafael, que allá donde vayas te devuelvan con creces tus sonrisas, tus abrazos, tus servicios y la alegría de tu garganta hecha sonora amabilidad tantas y tantas veces.

Hoy Miércoles Santo llevaremos tu báculo amarrado con seda negra a un varal del paso y muchos se enterarán de que este año te has ido a vivir la Semana Santa en vivo y en directo, alejado de las tallas y personajes de cartón piedra con los que nosotros nos conformaremos.

*Escritor