Vino viejo en odres nuevos. Este es quizá el futuro óptimo que se revela como más plausible en el PSOE extremeño, de cara a su Congreso Regional. El vino viejo lo aporta la solipsista candidatura de Vara a la Secretaría General, única vía ante el blindado interno que ha experimentado el partido desde su debacle electoral. El Congreso Federal ya dejó clara la senda a tomar: optar por liderazgos asentados, a fin de no remover las luchas internas del aparato y ofrecer a la ciudadanía una imagen de partido unido y sólido. La disidencia no es admisible, y si se diera debe operar dentro del discurso biempensante de la democracia interna y la pluralidad de ideas, blandido durante estos meses como marca de agua de la casa. Rubalcaba lo dejó claro: yo soy vuestro líder, y a partir de ahora todo gesto público debe ser entendido en clave preelectoral; por lo tanto, las Secretarías Generales de cada región deben estar lideradas por históricos, con currículum reconocible. Al igual que en Madrid debe quedar claro el liderazgo vertical de Rubalcaba, en Extremadura se ha decidido arbitrar igual estrategia política. Vara debe presentarse como adalid del futuro (incierto) del PSOE en Extremadura, y bajo su mando reedificar la estructura del partido, de arriba abajo, desde los órganos regionales hasta las sedes locales.

XSI SE HUBIERAx optado por crear un proceso más abierto, unos tiempos más holgados, un debate interno de abajo arriba, con mayor participación de los militantes y procedimientos que puedan asegurar tiempo, medios y toma de decisiones más flexibles, el Congreso Regional hubiera manifestado el verdadero hervidero de ideas que experimenta la vida política del partido dentro de las sedes locales, y de seguro más de un militante se hubiera pensado dos veces presentarse como alternativa a Vara. Modesto Durán lo quiere intentar, pero la esclerosis organizativa que caracteriza a los Congresos Regionales le impedirán conseguir los avales necesarios. La estructura interna del PSOE está pensada para armarse con acero reforzado ante posibles gérmenes que desestabilicen su aparato central. De ahí que sea prácticamente imposible pensar en un proceso que favorezca la aparición de alternancias de liderazgo. Si Vara hubiera decidido claudicar o abrir un debate profundo dentro del PSOE extremeño --soñar es gratis--, en el aparato del partido se habría provocado una lucha a muerte por el poder que debilitaría la imagen pública del partido. Por ello, la única posibilidad es reafirmar la figura de Vara como líder, más aún teniendo en cuenta que su pregnancia popular no se ha visto muy afectada, a pesar de la crisis económica. De hecho, lo más probable es que Vara obtenga en el actual Congreso un apoyo sostenible, tímido pero suficiente. Los delegados que deben evaluar y votar en este Congreso, por un lado desaprueban la gestión del aparato, su hermetismo y su falta de escucha, pero por el otro, no ven otra salida que la única que se les ofrece: admitir pulpo como animal de compañía. La suerte está echada; el vino viejo está sobre la mesa y todos debemos beber de él, queramos o no.

El campo de batalla no está pues en el plano regional o provincial, sino en el seno de las sedes locales, desde donde debe forjarse el verdadero afecto de la ciudadanía y la construcción de proyectos políticos responsables y cercanos a los intereses de los extremeños. En las Agrupaciones Locales se encuentra el odre nuevo sobre el que debe sostenerse el futuro del candidato a la Secretaría General extremeña. Sería un grave error por parte de Vara ofrecer su vino sobre barricas quebradas. El liderazgo de las agrupaciones de Badajoz y Cáceres deben estar protagonizadas por odres nuevos, ideas nuevas, militantes que combinen experiencia con savia fresca, proyectos políticos que nazcan desde la propia aportación de la militancia y no orquestados en oscuros pactos de salón. Si no fuera así, el PSOE de Extremadura estaría plantando su futuro sobre un suelo inconsistente y sin el consenso emocional de su militancia. Tarde o temprano, el aparato del partido volvería a hacer de su capa un sayo, sin contar con las bases; y este es un riesgo que no debemos correr. La pérdida de presencia institucional y de apoyo popular que ha experimentado el PSOE en los últimos meses hace necesario no solo la fortaleza del liderazgo, sino también el optimismo de militantes y simpatizantes hacia un proyecto político que merezca la pena.

Lo dicho, el mejor escenario futurible para el PSOE extremeño pasa por el binomio vino viejo, odres nuevos. Quien tenga oídos, que oiga.