Los niños y adolescentes que hoy no quieren a las niñas y adolescentes serán los hombres que mañana maltratarán y aniquilarán a sus parejas, a las madres de sus hijos, a sus mujeres. No hay disculpa posible ante los abusos y ultrajes cometidos a las menores. No podemos decir que los jóvenes actúen bajo la influencia de los medios de comunicación, de las películas, de los videojuegos, de algunos contenidos no aptos de internet y de la televisión. Lo que está mal, está mal. El que actúa con maldad, lo sabe; por eso, usa el engaño, la premeditación y la alevosía, e incluso el chantaje. ¿Dónde se aprende que una menor es una persona con derechos y no un mero objeto de placer? ¿Dónde se aprende a respetar a compañeros, vecinos, familiares y maestros? ¿Dónde se aprende que el apetito sexual lo debe controlar uno mismo? ¿En qué modelo se inspiran estos animales salvajes que no deberían vivir en sociedad? ¿Quién los ha cuidado y les ha dado caprichos? ¿Quién les enseña a ayudar a ancianos, embarazadas y disminuidos? ¿Qué va a conseguir una nueva ley del menor, salvo tipificar como delito muy grave los abusos sexuales cometidos por menores de 14 años y elevarlos a la misma categoría de los cometidos por los mayores de esa edad? Si un adolescente imberbe viola a una compañera de clase y vecina del barrio ¿qué hemos hecho mal? ¿Quiénes, además del autor o de los autores de semejante ultraje, han fallado? ¿La familia, la escuela, la sociedad? Me cuesta creer que un adolescente de 13 años que ha dejado la niñez hace cuatro días, que miraba dibujos animados en la tele y que tendrá una habitación llena de pósteres de Harry Potter, haya ultrajado, junto con otros colegas de edad similar, a una niña también de 13 años.

M.L.L.C. **

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