Nadie que haya leído algunas de mis opiniones en este periódico, especialmente las referentes a temas educativos, podrá sospechar de mí una actitud complaciente hacia la situación de la educación en Extremadura ni un acuerdo tácito con la política de la correspondiente consejería. He hecho referencia en diversas ocasiones a la palabrería huera que impera en muchos documentos firmados por los responsables de la educación en nuestra región, he protestado por el dispendio que supusieron en su día los miles de ordenadores que, obsoletos desde que se instalaron, sirven para poco más que pasar lista a los alumnos en los institutos, y he clamado en vano por la política de paños calientes que el Gobierno central y subsidiariamente el extremeño siguen en el asunto de la enseñanza de la religión católica, tema en el que ni siquiera se aplica en muchos casos la normativa estatal, ya de por sí claudicante ante la jerarquía eclesiástica: parece haberse olvidado, en efecto, que quienes deseen clases de Religión habrían de solicitarlas expresamente al inicio de curso; no tratándose de que todos los alumnos hayan de elegir entre esa posibilidad y otra (que en todo caso les es impuesta como castigo a los malos ), como sucede en muchos de nuestros centros educativos.

De modo que este servidor, de adulador de consejeros y adláteres, ni un pelo. Y eso quizás le confiera un poco de autoridad a la hora de dar la razón a la consejería cuando ésta responde de forma inusualmente contundente a ciertas informaciones recién difundidas por algún sindicato de profesores y por el Partido Popular, siempre al acecho de las buenas noticias, sobre la llamada violencia en las aulas. Se habla de cifras escandalosas (un 15%, un 20%) de profesores agredidos en los institutos, de situaciones rayanas en el acoso permanente, de la casi necesidad de que los docentes acudamos al trabajo poco menos que con chaleco antibalas y guardaespaldas. ¡Ya será menos, hombre!

Nadie duda de que haya problemas en el terreno educativo. El más importante, a mi juicio, las altas tasas, éstas sí fehacientemente cuantificables, de fracaso escolar. O la sensación muchas veces repetida de que no se puede luchar contra esa tendencia a no dar ni golpe que parece reinar entre muchos alumnos. Tendencia, por cierto, que no sólo se da en la enseñanza no universitaria. Una noticia en este periódico decía el otro día, hablando de las bochornosas novatadas, que en Plasencia los universitarios "han vuelto a pintarse la cara, bautizarse en la fuente de la plaza o tirarse huevos, todo de forma lúdica y acompañado de canciones y aplausos, que animan la ciudad y la envuelven de ambiente universitario". ¡Vaya un ambiente universitario de las narices, si me perdonan ustedes la vulgaridad! Claro que peor es lo de Cáceres, candidata a no sé qué en el 2016, algunas de cuyas calles céntricas eran ya al atardecer del pasado martes un reguero de orines . A todo hay quien gane.

XEXISTEN, PUESx, problemas, pero hablar de porcentajes tan escandalosos de profesores agredidos como los últimamente publicados requeriría alguna explicación detallada. ¿Cuál es la encuesta en que se basan esas conclusiones? ¿Quién la realizó? ¿Dónde se ha publicado su ficha técnica? ¿A cuántos profesores se ha interrogado? ¿Por qué procedimiento? ¿Cuál es su nivel de confianza? ¿Cuál el margen de error? El sindicato que ha difundido esas cifras debiera justificarlas seriamente si pretende hacerlas creíbles. Los chavales estarán, en algunos casos, mal educados desde la cuna, quizás sean groseros, estudiarán poco o nada, puede que incluso ocasionalmente se muestren amenazantes, ¿pero serán tan violentos como para que uno de cada cinco profesores haya sido agredido recientemente? No me lo creo, lo siento.

¡Ah, y en cuanto a que el PP intente sacar provecho de eso, hemos de entenderlo! Se ven desesperados, tanto en Mérida como en Madrid, saben que los tiempos de los Reyes Católicos cada vez quedan más lejos, por mucho que Aznar los añore, y se agarran como a un clavo ardiendo de lo que pueden. Los señores del PSOE pueden estar contentos. Con esta oposición, hasta el Pupas (y lo digo sin segundas) ganaría las próximas elecciones.

*Profesor