Es quizás la violencia uno de los temas, que durante largo tiempo viene ocupando los grandes titulares y las primeras páginas. Esta preocupante situación se encuentra inmersa más cada día que pasa en la sociedad que nos ha tocado vivir e hinca sus fétidas y profundas raíces en muchas y variadas causas. Sin embargo hay una que por su fácil accesibilidad y poder de penetración en las distintas capas sociales, adquiere una especial relevancia en el problema, y ésta es sin lugar a duda el fenómeno de la televisión.

Es en ella donde día a día se vierten una buena parte de los contenidos violentos que padece nuestra sociedad. Lo preocupante del tema es que llegan en franjas horarias en las que se presupone que son los niños y los adolescentes sus principales usuarios.

La televisión suele generar en este tipo de población estereotipos de personajes y también falsos esquemas de vida fácil y cómoda que ellos más tarde tratarán de imitar en un intento frustrado para conseguirlo.

Los profesionales que nos dedicamos a la educación nos encontramos en las diferentes etapas del sistema educativo con que hay un choque brutal entre lo que pretendemos enseñar y educar y lo que las televisiones con todo su poder mediático enseñan y educan. Este choque se pone de manifiesto en el día a día de los centros: la desmotivación, la falta de atención y de estímulo y el desinterés hacia todo aquello que pueda oler a esfuerzo y trabajo se hace patente en una buena parte del colectivo de estudiantes.

Las soluciones, que las hay, deberán llegar siempre de la mano de la formación y de la educación y esto principalmente solo puede hacerse a través de la familia y de los centros destinados para tal fin.

Pero- para que esta ilusión esperanzadora pase de ser ilusión a realidad; los políticos se tendrán que poner las pilas y hacer un esfuerzo, como a ellos gusta decir, por negociar entre todos un gran pacto por la educación, que permita al sistema tener estabilidad y no ese desenfreno al que nos tienen acostumbrados de estrenar una ley de educación cada vez que este país cambia de gobierno.

Pedro Antúnez Montero **

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