Es curioso cómo el uso de determinados conjuntos de palabras, para aludir a ciertas realidades, en ocasiones, confunde más que aclara, tanto en el campo semántico como en el jurídico. Un ejemplo de ello es el del sintagma ‘violencia de género’. Todo el mundo asocia esta denominación a casos en que los hombres ejercen la violencia sobre las mujeres. Y es cierto que, en la inmensa mayoría de las agresiones que se producen, en el ámbito de la pareja, el hombre es el verdugo y la mujer, la víctima.

Puesto que esta es la realidad, lo de ‘violencia de género’ puede resultar, incluso, poco concreto, habida cuenta de la existencia de otras denominaciones más precisas para estos casos, como, por ejemplo, la de ‘violencia machista’.

En lo que respecta a esos otros casos -infinitamente menos cuantiosos- en que la violencia es ejercida por la mujer, y sobre un hombre, la denominación de ‘violencia de género’ tampoco es suficientemente clarificadora, porque ese conjunto de términos se asocia, directamente, a la ‘violencia machista’, lo que, en estos casos, desdibuja el relato de esa otra realidad mucho menos frecuente.

Pero también se producen actos violentos en parejas conformadas por personas del mismo sexo. Y ahí la acepción de ‘violencia de género’ pierde totalmente el sentido, porque la violencia la ejerce una persona de un género idéntico al de la persona que la sufre. Y, por tanto, es un tipo de violencia en el ámbito de la pareja, pero no puede ser calificada como violencia de género.

Y luego están los casos en que alguno de los miembros de la pareja cambia de sexo. Y, ahí se está demostrando que el lío ya es monumental. Lo digo porque leía esta semana una noticia acerca de un agresor (hombre) que, por cambiarse de género, puede que sea exculpado solo por tener -ahora que se lo juzga- el mismo género (femenino) que su víctima. Todo esto demuestra que, ante la existencia de nuevas realidades, hay que perfilar esa Ley Contra la Violencia de Género para que quien ejerza la violencia en el ámbito de la pareja, sea condenando, independientemente de su género presente, pretérito o futuro.