WLwas organizaciones internacionales han difundido ante el día de hoy, dedicado a erradicar la violencia contra las mujeres, todo tipo de estadísticas espeluznantes sobre la persistencia de este cáncer social. Desde la ONU hasta las ONG más extendidas como Amnistía Internacional, se ha coincidido en denunciar que la violencia machista no retrocede. El fenómeno se extiende sin distinción en los países desarrollados y pobres, tengan códigos de valores basados en una u otra religión. Maltratar a una mujer en el ámbito doméstico es un mal universal.

En España este problema se vive con más frustración. Hace un año, el Gobierno propició una ley progresista para la protección integral contra la violencia por razón de sexo. Aun así, hoy sigue siendo la primera causa de mortalidad violenta intencionada en España.

En lo que va de año, ha causado ya 56 víctimas mortales, cuando en el 2004, sin esta norma, fueron 72. Pese a que ya existen juzgados específicos para estos casos --con demasiadas sentencias benévolas-- y se han destinado policías, jueces y fiscales especializados, la realidad muestra que no basta con legislar. Sin los recursos suficientes, será vano actuar contra un problema tan enquistado en las raíces culturales de la sociedad.