Algunos andamos, últimamente, obsesionados con lo de la botella medio llena o medio vacía. Hay quienes afrontan los dos años de legislatura que teóricamente nos quedan con una visión optimista. Se han frenado las escaladas de reivindicaciones nacionalistas, se ha emprendido el camino de la paz en el País Vasco, se han dado pasos hacia la modernización de costumbres sociales. Y está la visión radicalmente contraria: el Estatut catalán acabará rompiendo a España, las futuras cesiones a la banda del terror son inasumibles y una burla para las víctimas y, además, existe un afán anticatólico en el seno del Gobierno Zapatero . Un Gobierno que, por su parte, no puede mostrarse más satisfecho de lo realizado ni más optimista --antropológico-- ante lo por realizar. Qué duda cabe de que el acto del PSOE el próximo domingo en Vistalegre será de exaltación total a estos veinticuatro meses de trayecto. Qué duda cabe de que desde el Partido Popular la impresión que se ofrezca acerca de este período será más bien la de Vistatriste. Blanco o negro. La España dual, a veces irreconciliable. Las dos españas que tantas veces se quieren incompatibles.

Dice el presidente del Gobierno, en sus declaraciones de estos últimos días, que comprende que muchos españoles quieren un partido de centro, "aunque yo, desde luego, no estaré en él". Pienso que es cierto que cada día más ciudadanos conscientes perciben la necesidad de una formación moderada, que evite o atempere esa concepción dual, extremada, de la vida política. No puede ser que la valoración de dos años de Gobierno, más allá de lo que digan las encuestas, encuentre una valoración de suspenso absoluto o de notable según qué tertuliano o columnista juzga este período. Como no puede ser que en cada Debate sobre el estado de la Nación nos encontremos combatiendo la versión idílica del presidente Zapatero contra la absolutamente catastrofista de Rajoy . Y lo peor es que no hay más en el Parlamento: o progubernamentales, en el fondo --todos menos uno-- o ferozmente hostiles a todo --uno, el PP, que está respaldado por diez millones de votos--.

XSEGURAMENTEx, este es un país en el que hay que recobrar la paleta de los colores, de los matices, del debate con tolerancia. Hay cosas buenas --más que malas, en mi opinión particular-- en estos dos años a los que ZP ha echado mucho valor, y hay cosas malas en el ZP excesivamente seguro de sí mismo, demasiado improvisador y algo naif en sus manifestaciones sobre la historia y sobre política exterior. Existe un deseo sincero, pienso que de buena voluntad, por arreglar problemas enquistados desde hace años en el corazón de la sociedad y el territorio españoles. Pero las posibles soluciones no se han consultado, ni se consultan, con nadie más que con el propio coleto del inquilino de La Moncloa: no deja de ser sintomático que ZP, pletórico de sí mismo, avisase con apenas hora y media de antelación a quien iba a ser el nuevo ministro de Interior de que iba a cambiar su vida. Si eso hace con Rubalcaba , imagínese usted qué no hará con Rajoy. O, peor, con usted o conmigo, que al fin y al cabo somos apenas dos futuros votantes. Pero claro que también habrá que escribir en su momento --esa es otra-- acerca de los dos años de oposición. Demasiado móvil en sus planteamientos, no siempre excesivamente leal --no todos, al menos-- al liderazgo de Rajoy, que, sin embargo, entiendo que está dando la talla en circunstancias muy difíciles, porque al astro ZP el maillot amarillo le está, en estos instantes, dando alas. O eso dicen las entrañas de la oca del Centro de Investigaciones Sociológicas, no siempre bien reflejadas en el deseable pluralismo informativo de algunos medios.

*Periodista