WLw os datos de Sociedad de Tasación sobre la evolución de los precios de la vivienda nueva en el 2006 muestran otra vez una desaceleración de su crecimiento que podríamos considerar moderada: el 9,8% (en Extremadura una décima más, el crecimiento más bajo desde el año 2002), frente al 10,5% del año anterior. En principio, estas cifras respaldan el consenso generalizado de que el boom inmobiliario iniciado hace ya 10 años tendrá un aterrizaje suave, tal como le conviene a la economía española, tan dependiente como es de la construcción.

No obstante, los datos conocidos ayer también dejan ver una sombra de inquietud: en el segundo semestre del año pasado los precios subieron el 3,3% de media, poco más que la inflación. No obstante, el verdadero peligro de esta situación radica en los 820.100 proyectos de nuevas viviendas visados durante el año pasado, un récord que supera en 120.000 los del ejercicio anterior; así como en las 800.000 viviendas iniciadas en el 2006. Y es que carece de toda lógica que se construyan más casas, que aumente la presión de la oferta sobre un mercado que comienza a desacelerar los precios, porque el resultado no puede ser otro que una ralentización más pronunciada, con los riesgos que todo ello comporta. Se trata de una dinámica indesebale, propia de un sector desbocado que hasta ahora ha visto como todo lo que salía a la venta era absorbido por una demanda desorientada que quizá ahora, con las hipotecas más caras, haya alcanzado el tope de su solvencia.