Hace poco se puso en marcha el proyecto de Parque Cultural para la Sierra de Gata, que pretende potenciar los diversos aspectos de naturaleza, cultura, patrimonio, tradiciones o gastronomía de esta singular comarca. En su poemario El desierto verde, Eduardo Moga cantaba este entorno único (sus roquedales, sus castañares, sus gargantas) como un lugar al margen de las actividades obligadas que coartan la percepción de la belleza. Un lugar donde, decía, «el tiempo se derrama con lentitud» y era posible percibir una suerte de plenitud en sintonía con la naturaleza. Cualquiera que haya caminado por el Castañar del Tiemblo, subido a la Torre de la Almenara o, en verano, nadado en alguna de sus gargantas, sabe de qué habla Moga. Con la primavera a la vuelta de la esquina, es buen momento para visitar unos pueblos y paisajes que tanto sufrieron los incendios estos últimos años. Continuamente nos quejamos de lo mal comunicada que está Extremadura pero lo periférico también tiene sus ventajas y pocos sitios mejores para «desconectar», como se dice ahora, como Hoyos, Acebo, Robledillo o San Martín de Trevejo. En su libro Ser sin tiempo, el filósofo Manuel Cruz analizaba cómo los ritmos que nos impone la vida actual tienden a hacernos perder la experiencia de la duración y la demora «sustituidas por la sucesión ininterrumpida de intensidades puntuales». Recuerdo una conversación oída en el autobús, entre un chico y una chica. El primero argumentaba que le aburría el baloncesto, mientras que el fútbol le parecía más emocionante pues «es como la vida, pasa mucho tiempo sin que pase nada, y de repente, un gol lo cambia todo». La chica replicó en desacuerdo, diciendo que su vida no era así, que en su vida «siempre está pasando algo, está llena de intensidad». Qué agotador debe ser vivir así, pensé al oírla y además, si todos los días son intensos, quizás ninguno lo sea realmente. Cantaba Queen «I want it all, and I want it now», pero el grito de Freddie Mercury expresaba un hambre de sensaciones, de contacto humano real, muy distinta a la aparente disponibilidad virtual que ofrece internet. Me contó un amigo que su hijo adolescente le dijo que para su generación, la pregunta decisiva no eran las típicas «de dónde venimos y adónde vamos» sino «¿hay wifi?». Desde los 90, la MTV organizó una serie de conciertos Unplugged (desenchufados) donde Nirvana, Pearl Jam, The Cure o Enrique Bunbury demostraron que seguían siendo grandes con la guitarra acústica y sin efectos especiales. Para superar la «atomización del tiempo» que, como dice Cruz, al final es «atomización de la identidad», conviene respirar en lugares como Gata, donde contemplar el paso de las estaciones, escuchar los gallos y no los whatsapp.

*Escritor.