Los momentos felices quedan en el recuerdo mientras se escurren de un modo tan fugaz que mientras los disfrutamos ya duelen. Y eso, como la especial percepción de la temperatura, es para mí uno de los síntomas más cotidianos del paso del tiempo. Más que las canas, las arrugas y las manchas en las manos. Carecen los niños de termostato y así lo mismo organizan partidos de fútbol en el recreo en el instituto en el mes de junio y en plena ola de calor que abren las ventanas de los gélidos pasillos durante el peor temporal, llámese Félix, Hugo, Giselle o la Bestia del Norte. Superan catarros y gripes a paso legionario mientras a los mayores se nos engrilletan en las articulaciones, se nos agarran a los senos paranasales o se nos enquistan en los alvéolos. Del mismo modo transitan por los momentos felices esperando siempre al siguiente, con un ansia que muy a menudo les impide vivir el presente. Tengo una amiga que, cuando escribo de la nostalgia del tiempo pasado, siempre me anima con un carpe diem que a veces interpreto como un reproche. Pero siempre también se me olvida comentarle que la nostalgia nutre también la felicidad presente, pues es memoria de la alegría pasada y deja un poso amable en el alma. Al igual que en verano y en Navidades, muchas familias de padres maduros se reúnen con sus hijos ya no niños, que abandonaron Extremadura en esa imparable fuga de talentos que es signo de identidad de nuestra tierra tanto como el jamón o la torta del Casar, aunque en este caso con sabor de fracaso y no de éxito. Se fueron para estudiar y es difícil que vuelvan para vivir. Regresan fugazmente en vacaciones para disfrutar brevemente del calor familiar y se van. Asisten a las procesiones, quedan con los amigos, alargan tertulias mientras se ve una película, la que sea, solo disculpa para estar juntos. Vuelven a Caceres cada uno ya con su mochila de recuerdos felices de la ciudad feliz. Luego cuando parten, la casa se queda sorda de nuevo y surge la duda de si es que la vida es así, o es solo la manera defectuosa en que está conformada esta tierra nuestra.