XTxranscurría el año 1902. En mayo había cumplido 16 años y, tras jurar la Constitución, había accedido al trono de España Alfonso XIII que, en uso de sus poderes constituciones, confirmó en la presidencia del gobierno a Práxedes Mateo Sagasta en el que sería su último gobierno, ya que cesaría en diciembre y moriría un mes más tarde, el 5 de enero de 1903. En la restauración los concejales de los ayuntamientos se renovaban por mitades cada dos años, y correspondía hacerlo aquel año. Mediado el otoño, el domingo 10 de noviembre se celebraron las elecciones. Días antes, promoviendo la necesaria unión de republicanos y obreros, habían dado mítines en la capital y varios pueblos de la baja Extremadura el matrimonio Emilio Ferrero y Belén Sárraga, ardientes propagandistas republicanos y librepensadores. En Badajoz tenían que elegirse 12 concejales. En esta ocasión la novedad era la candidatura conjunta de obreros de La Germinal y representantes de los partidos republicanos. La Región Extremeña , en su número del martes, informaba a sus lectores de algunos chanchullos . En una casa próxima al colegio electoral de la Estación-La Corchuela había trajes preparados para los alquilones . De modo que unos individuos habían podido votar varias veces cambiándose de vestimenta. Reconocía, no obstante, el periódico republicano que no había habido las trampas de anteriores ocasiones gracias a los interventores republicanos. Los resultados no fueron halagüeños: sólo fueron elegidos 3 concejales republicanos frente a 9 monárquicos.

Ha pasado un siglo. Ya no hay alquilones . Este año los españoles hemos sido llamados a las urnas en dos ocasiones. El 14 de marzo, fuertemente impresionados por los atentados del día 11, elegimos a diputados y senadores. Hubo una alta participación, el 77,25% del censo electoral. Tres meses más tarde, el pasado día 13, hubimos de votar de nuevo. Había que elegir a los diputados europeos. La participación ahora ha sido baja, escasamente ha votado el 46% de los ciudadanos con derecho a hacerlo. Está estudiado que la abstención favorece a la derecha y perjudica a la izquierda. Los ciudadanos, sin embargo, en el uso de su derecho, deciden votar a uno u otro partido o abstenerse. Habría que preguntarse por qué no se sintieron motivados a acudir a las urnas. Seguramente los políticos debieron ser más didácticos y explicar los programas electorales y sus diferencias. Pero no se puede hablar de voto cautivo ni de manipulación electoral. La sociedad española es madura y sabe lo quiera. Ya no hay alquilones .

*Doctor en Historia Contemporánea