TEtl jueves pasado tuvo lugar un pleno en la Asamblea para el que no se encuentran calificativos. La palabra bochornoso y cuantos sinónimos puedan conocerse no son suficientes para definirle. Y no es que nos coja desprevenidos pues desde hace años se ha instalado entre nosotros una manera de hacer política despreciable. Ya no es suficiente rebatir los argumentos del adversario, es necesario llamarle ignorante. No basta con aportar datos, es imprescindible acusarle de mentiroso. No se conforman con razonar su postura, es obligatorio tildar al discrepante de sinvergüenza. Resulta muy conveniente asegurar que no le interesa nada el bienestar de los ciudadanos. Ciertamente no todos son así, pero no es menos cierto que algunos están especialmente dotados para crear crispación. Y odio. Porque uno tiene la sensación de que hay odio entre algunos de nuestros políticos. Ni siquiera el presidente de la Asamblea es obedecido pese al poder moderador que ellos mismos le concedieron. Parece que algunos ya van a las instituciones con la idea de armar la bronca y transmiten la impresión de que las instituciones no les importan. En esta manera de comportarse no representan al pueblo. La sociedad civil discute al lado de unas cañas, discrepa sin insultos, convive y respeta las instituciones. Votamos en uno u otro sentido pero no odiamos a quien lo hace de otra manera. Os hemos dado nuestros votos para que creéis las condiciones necesarias para que todos nos encontremos cómodos en esta tierra confrontando vuestras propuestas civilizadamente. Pero cuando os comportáis de esta manera no lo hacéis con nuestros votos. El mío al menos.

*Profesor