Hace más de un mes, 45 minutos después de la aprobación de la declaración de independencia, el Senado aprobó la aplicación del 155. Después Rajoy destituyó al Gobierno catalán y convocó elecciones para el 21 de diciembre. Transcurridos más de 30 días, hoy está claro que no se desencadenó ninguna tragedia anunciada. El artículo se reveló solo como un instrumento idóneo para eliminar momentáneamente la tensión y abrir un período de transición a una nueva cita democrática. Mientras tanto, ni la violencia ha invadido las calles, ni la parálisis se ha apoderado de Cataluña, ni la resistencia a la aplicación de la norma ha supuesto un escollo infranqueable. La Justicia ha seguido su camino y los defensores de la independencia que no han transgredido ninguna ley, han seguido defendiéndola con total normalidad, como es el caso del señor Rufián al que ningún numerito parlamentario, esposas incluidas, se le ha impedido.

Por eso extraña que Unidos Podemos haya necesitado todo un mes para caer en la cuenta de que aplicar un artículo de la Constitución cuyo fin es precisamente impedir la secesión es inconstitucional. Y extraña, porque se supone que en esa formación, sus líderes actúan con independencia de criterio, no desean la independencia de Cataluña y defienden ante todo la democracia. Así, que tan preocupados como están por esta, lo más lógico, al verla peligrar, hubiera sido recurrir inmediatamente, y no esperar un mes largo. Porque probablemente, la tardía decisión de Iglesias no haya tenido nada que ver con las recientísimas críticas de Rufián, quejándose de que Podemos, tan afines ellos, no hubieran presentado ya un recurso de inconstitucionalidad. ¿O sí? La voz de su amo es una locución que significa repetir las palabras de otro al que se considera superior. Y tras la ya famosa reunión de Roures con Iglesias y Junqueras en los prolegómenos del esperpéntico final del Prusés, muchos nos preguntarnos si no es ese el papel que los de Podemos están desarrollando en toda esta rupturista aventura. Bastante poco gallardo y vergonzante si es así, por cierto.