Cada vez son más las voces que se alzan contra nuestro modelo educativo a todos los niveles y en todos los niveles. Los últimos han sido los empresarios, que el pasado martes publicaron su particular libro blanco: La educación importa, denunciando cinco déficits relevantes del modelo educativo, a su juicio, y aportando diez soluciones, a su juicio. Pero no son los únicos, eruditos, instituciones, corporaciones, organismos, políticos, asociaciones y un largo etcétera opinan sobre nuestro disfuncional y fracasado sistema educativo, aportando bien sus soluciones en el Congreso con el Pacto Educativo o a través de estudios, libros, evaluaciones o reflexiones. A su vez, y cada vez más, quizás un poco por el hartazgo de tanto dogma y teoría, los medios de comunicación recurren más a los «sabios, por edad y experiencia», que no son los anteriores, son los sin voz, aquellos a los que no se le debe dar la palabra porque quizá la sencillez en sus soluciones y la verdad que duele emanada de sus bocas, fruto de su experiencia, harían temblar a más de uno si la ponen en valor en estos tiempos. Me estoy refiriendo a los docentes de toda una vida, aquellos que han pasado por más leyes educativas que Champions el Real Madrid, y dudo hayan festejado alguna.

Y sin ánimo de ser presuntuoso o corporativista, si alguno hay que sepa de todo, éstos son ellos, principalmente porque sufren las políticas de aquellos que no han dado clase en su vida, la gestión económica de aquellos que olvidan que en Educación lo barato sale caro, que saben lo que quieren los padres pero necesitan sus hijos o los teóricos que no se han dado cuenta que por desgracia es la tribu la que está educando a nuestros alumnos relegando a los docentes a meros ángeles custodios.

Charlando con un compañero con 38 años de servicio me comentaba que la evolución sufrida era necesaria pero que no supimos administrar en el tiempo y achacaba nuestros males educativos a dos medidas emblemáticas que resume nuestros errores, el primero es la desaparición de la tarima, porque con ella todos sabían dónde estaba cada uno y la segunda igualar los resultados por abajo en vez de por arriba, llegando incluso a obtener títulos casi por antigüedad en la etapa.