WLw a organización del festival Womad en España ha retirado, sin opción a discutirlo, la sede de Cáceres. En una escueta, fría y displicente carta ha puesto fin a una relación del festival con la ciudad que ha durado 16 años y que, durante este tiempo, hizo de Cáceres la referencia en la península de un encuentro en torno a la música étnica que suscitaba el interés de miles de personas de Extremadura y fuera de ella, y que suponía, amén de una incomodidad para muchos cacereños, un buen negocio para la ciudad y un gancho turístico de primer orden. De lo acontecido se deduce sobre todo que la decisión de que el Womad rompa con Cáceres se debe exclusivamente a los organizadores del festival. No se puede entender de otro modo que, ante la carta enviada el pasado día 10 por el Consorcio Gran Teatro --el organismo que representa a las instituciones sobre las que recaía el sufragio del festival--, y por la que se les pedía entrar en conversaciones para la mejora del mismo y la recuperación de actividades y escenarios de ediciones de otros años, se conteste, al día siguiente, con la ruptura de la relación entre el Womad y Cáceres. Es cierto que no había una buena relación entre las partes y que la Consejería de Cultura ya había informado en este periódico el pasado noviembre que se estudiaban otras alternativas ante el descenso en la calidad del evento. Por todo ello no es descabellado pensar que la decisión ahora adoptada se veía venir, y que la carta del Consorcio no ha sido más que el débil pretexto de los organizadores para no hacer frente a la renovación de un festival que, con independencia de si se estaba de acuerdo o no con su contenido, había perdido buena parte de su fuelle.

A partir de ahora, sin embargo, al Consorcio Gran Teatro se le presenta un reto difícil y arriesgado: organizar el anunciado festival de música que, sin poder ampararse en ´la marca Womad´, pueda hacer olvidar el acontecimiento que ha albergado Cáceres durante los últimos 16 años. Y que pueda hacerlo olvidar no solo por su calidad artística, sino también por capacidad para atraer los visitantes que atraía el festival. Porque de lo contrario, los damnificados por la clausura del Womad --ayer el sector hostelero ya mostró su pesar-- pueden volverse en contra de los responsables de organizar la alternativa, que según anunció ayer la consejera de Cultura pretende compartir la filosofía del Womad, e incluso parte del calendario que tenía previsto en mayo. Además, el éxito de un acontecimiento así, que se pretende tan parecido en su enfoque al festival que creó Peter Gabriel, dependerá también de lo que el propio Womad haga en el futuro, de si España se quedará solo con una cita, o de si alguna ciudad de Portugal recoge el testigo de la extremeña y se convierta, por proximidad y por sintonía en su competencia.

El festival Womad era uno de los activos de la candidatura de Cáceres para optar a la Capitalidad Cultural el 2016. Ya no lo será: una buena noticia para las ciudades competidoras. Ese es otro de los perjuicios de la clausura de ese acontecimiento, que obliga a las instituciones a redoblar los esfuerzos en la organización de actividades culturales con el suficiente alcance para neutralizar lo que podía representar Womad.