El festival de las músicas del mundo, celebrado el pasado fin de semana en Cáceres, superó las buenas expectativas marcadas por los organizadores. El Womad, en su nuevo formato, creado con el objetivo de acomodarlo a una ciudad como la capital cacereña, ha gustado y convencido a cuantos han participado de alguna manera en esta cita multiétnica. En sólo tres días, más de 60.000 personas han llegado a la ciudad para asistir a un festival que, año tras año, va asentándose de forma gradual en un escenario cada día más propicio para su desarrollo. El éxito de esta edición no estriba únicamente en la importante asistencia de público, también lo es por la promoción internacional de Cáceres o por la falta de aquellos incidentes que suele acarrear cualquier concentración multitudinaria en espacios reducidos.

La fórmula de abrir escenarios a las afueras de la ciudad se ha manifestado como la más acertada y en modo alguno ha restado vistosidad a un festival que, cada vez más, va en consonancia con los intereses cacereños. El formato cacereño del Womad conserva el espíritu del propio festival y, a la vez, evita traumáticas aglomeraciones en una ciudad que aspira a ser capital cultural europea y que, a buen seguro, tendrá en el Womad un sello de su identidad.