Escritor

Mis amigas Mari Sol Higueras y Nena Márquez, desafiando lo desconocido, se lanzaron días atrás al Camino de Santiago como dos peregrinas del medievo, y han vuelto con los ojos todavía más grandes que los que se llevaron puestos. Estas dos mujeres excepcionales, una, la Higuera, hija del que fuera director del Teatro Nacional de Cámara y Ensayo con la inolvidable Josefina Sánchez Pedreño, Modesto Higueras, es un huracán vivo de mujer que arrasa todo cuanto pase a su lado, una imaginación volcánica, llena de gracia, y un referente de la cultura en su más amplia expresión, que es de ver cuando entra en la orchestra del Teatro Romano de Mérida su figura extraordinaria, gran bailarina de ballet en su juventud, que a mí me arrebata. La otra es la portuguesa Nena Marquez, poetisa extraordinaria, cuyos escritos recuerdan a Carolina Coronado, y yo creo que es como una doble de ella, tiene todos sus poemas escondidos, pues le puede la pureza de sus poemas laberínticos y su irreductible pudor.

Ambas pues se lanzaron a la aventura, y es una lástima que nos hayamos quedado sin oír todo lo que han hablado en las agotadoras jornadas, algunas hasta de dieciocho kilómetros, adentrándose por bosques y valles, dudando tantas veces en el camino mantenido a fuerza de fe en lo que hacían, con los pies llenos de ampollas, aunque es conclusión mía, que lo mismo el apóstol con ellas ha hecho una excepción, pero llenas siempre de una valentía ante la que yo me postro de rodillas, y hasta con algún desencanto que si no, no sería un camino lleno de abrojos y de espinas, como en un lugar conocido por Perros , donde una mujer les negó el agua y las equivocó de las distancias, hasta que llegaron a Santiago, pues la decepción está en la propia sede, donde se te cae el alma a los pies. Pero ya lo dice Nena en un preciso poema del desengaño amoroso donde amor y dolor conviven: "Desde el confín de la Eternidad, el dolor y el amor cohabitaron juntos... En la más completa oscuridad, permanecieron entregados una y otra vez al silencio, larga es la noche del silencio cuando aquél que calla es el amor ...". Este poema, que no sé si quedará en el anonimato para siempre, termina como no podía menos de terminar, en este pecho dolorido...

Y te amo todavía...