WEw l Monasterio de Yuste --el lugar elegido por Carlos V, el primer europeísta, para vivir sus últimos días--, fue ayer el escenario de la entrega del Premio Carlos V a la expresidenta del Parlamento Europeo, la francesa Simone Veil, quien lo recibió de manos del Rey Juan Carlos. No era solo la entrega del premio, que la Fundación Academia Europea de Yuste ha instituido desde 1995, el motivo de que en Yuste se congregaran, además de los Reyes y el Gobierno extremeño en pleno, el presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, entre otras personalidades. Era también la ocasión para que tomasen posesión de sus sillones 9 académicos, entre los que está el expresidente Ibarra, y para que, en la víspera, en Cáceres se reuniera la Academia y aprobase el Tratado de Yuste, una declaración en favor de los currículos comunes para los estudiantes europeos de Secundaria. Todo ello es importante apuntarlo porque afianza Yuste como uno de los enclaves que forman parte del corazón de Europa. Pero la entrega del premio Carlos V, el nombramiento de nuevos académicos y la reunión de la Academia también lo es porque el mensaje que todos ellos lanzan es cada vez más necesario, y más en días como éstos en los que las instituciones europeas discuten sobre aumento de jornada laboral y de prolongar hasta los 18 meses el periodo para repatriar a los inmigrantes. Y es que, por circunstancias como éstas, Yuste no solo es cada día más corazón de Europa, sino que encarna la Europa del corazón, la Europa social y democrática, avanzada de los derechos humanos. La Europa que soñaron los que la crearon, entre ellos Simone Veil. La Europa más necesaria que ha hecho que en Extremadura se la tenga en la máxima consideración y respeto.