TEtl Gobierno ha recuperado la iniciativa política. Eso parece que nadie puede discutírselo a Zapatero en el comienzo de este último tramo del curso político. Más allá de la conveniencia de oscurecer su esperadísima entrevista con Obama , con el anuncio de una remodelación, lo cierto es que la suma de ambos acontecimientos ha puesto al Ejecutivo en el papel central que le corresponde y del que casi había desaparecido antes de Semana Santa. Pero ojo con las sobreactuaciones. Superada la etapa de la sorpresa, los intercambios de carteras, las fotos y las primeras comparecencias en el Parlamento, del nuevo Ejecutivo no se esperan milagros, pero sí discurso político sobre la dirección en la que se pretende hacer marchar el país. Nadie tiene la receta para combatir esta crisis, no hay balas de plata, dijo Obama, pero precisamente por eso es tan importante compartir con los ciudadanos las pocas certidumbres que existen. Zapatero, que tanto admira al nuevo presidente de Estados Unidos, no practica, sin embargo, su principal virtud: la naturalidad con la que se dirige a sus compatriotas para hacerles copartícipes de la gravedad de la situación económica, y poder pedirles a continuación sacrificios o tener credibilidad cuando anuncia que algo comienza a funcionar. Aquí, la inminencia de las elecciones europeas parece abocar a los dos grandes partidos a un nuevo y estéril debate que reproduzca la campaña de hace un año, con algún matiz. Los socialistas argumentarán que los populares representan la ideología económica liberal que ha conducido al mundo al borde del colapso. Y los populares se empeñarán en que Zapatero engañó entonces sobre la gravedad de la crisis y en que, además, no sabe hacerle frente. El problema es que, mientras aquí vamos de campaña en campaña hasta la derrota final, la crisis sigue ahí fuera. La crisis y tantos debates interesantes sobre nuestro presente y nuestro futuro --los fallos y los aciertos del modelo territorial, la educación, la energía, la muerte digna-- permanentemente aplazados o sustituidos por el eslogan electoral.