WNw o había ninguna duda de que la crisis económica iba a ser el eje central de la comparecencia del presidente del Gobierno en la noche del lunes en Televisión Española para ser entrevistado durante dos horas por un centenar de ciudadanos. A diferencia de lo ocurrido en marzo del 2007, cuando el titular extraído de la intervención de Rodríguez Zapatero en ese mismo espacio televisivo fue su desconocimiento del precio de un café, anteayer fue el desempleo y las dificultades económicas que agobian al país las que centraron la mayoría de las preguntas formuladas por el público seleccionado por la cadena pública. Frente al aluvión de referencias a los malos datos, hubo un mensaje clave del presidente: "No engañé a los ciudadanos". Zapatero trató así de hacer frente a la mayor crítica a la que tiene que responder en su segunda legislatura, la de haber ocultado a la sociedad, en los meses previos a las elecciones de marzo del 2008, la gravedad de la crisis que se estaba cerniendo.

El presidente reiteró el carácter internacional de la crisis, que por fin calificó de "gravísima", y se defendió señalando que hace unos meses nadie pronosticaba la profundidad de la recesión. Y, en lo que fue su argumento más débil, añadió que durante su campaña electoral no "prometió" el pleno empleo, sino que lo fijó como "objetivo", a la vista de la buena marcha del mercado de trabajo español en los últimos años.

En la línea de su discurso público habitual, Zapatero indicó que la "confianza" y el "optimismo" son fundamentales para salir del túnel. En ese sentido, pronosticó que el plan de obras públicas que abordan los ayuntamientos --y que en Extremadura se espera que creen alrededor de 10.000 empleos, si se cumplen los pronósticos de la Delegación del Gobierno-- será un buen instrumento para crear empleo en el sector de la construcción. Asimismo, defendió las inyecciones de liquidez a la banca y combatió --tal vez demasiado tarde, puesto que ya es una idea bien asentada en la sociedad-- que el Gobierno no ha "regalado" dinero a bancos y cajas, sino que ha comprado activos y prestado avales, que el Estado recuperará con beneficios.

En general, el programa resultó ágil y el presidente se mostró dominador del escenario, pese a que hubo preguntas embarazosas, como las referidas a la venta de armas --con referencia explícita al Estado de Israel y a las víctimas civiles palestinas que habrían provocado esas armas españolas--, el aborto o el uso por la Administración de coches oficiales no fabricados en España. La televisión pública ha vuelto a apuntarse un tanto al poner al presidente del Gobierno ante la ciudadanía en un momento en el que la sociedad busca desesperadamente líderes que les saquen del atolladero.