XDxice mi panadera que más lo quisiera ella para sí. Bueno, exactamente no para sí, pero sí para su hija, que cargó con un mostrenco meapilas que sólo bulle, ríe y llora por las vicisitudes o las alegrías del Real Madrid. Sus reflexiones de suegra compungida y decepcionada le salen como lava de volcán cuando ve los mofletes hermosos y sonrosados de Rodríguez Zapatero. Le aflora el ansia de suegridad --apostilla ella, que es el mejor ansia de la palabra--, cuando lo vio en la Zarzuela, tan alto, tan desgarbado y tan huérfano, que mismamente parecía un personaje de Dickens. "Como un niño que espera la primera comunión", dice Rogelia, la beata del bajo. "No hay que fiarse, que así parecen todos, pero se malean en un santiamén", rezuma de envidia una prima segunda de un concejal del PP.

Para qué más... la investidura de las baguettes, que diría Pérez Reverte, no sin antes haberse cagado en los jodeputas que venden la lengua de Cervantes a las mariconadas del país de Diderot. Y así, el hemiciclo horneado y crujiente tomaba visos de convertirse en unas verdaderas Cortes, sin bostezos, pero sí con mucho desparpajo y tronío.

Don Segundo, el del primero, añoraba ya el pareo veranil que le regalaba doña Ana Botella, no más que se pusiera el sol atorrante en las calas de Menorca. Rogelia, la del bajo y beata, masticaba oraciones de venganza a santa Lucía, para que le tornase los ojos de pecado en dos cuencas tan vacías como llenos y orondos estaban los muslamenes bajo el pareo, que don Segundo presuponía. "La democracia", me dije. "Y una mierda", me espetó el pastillero, primo tercero del concejal del PP. "Aburrimiento y ganas de joder", sentenció.

A esto que la panadera, viendo que hasta los cruasán tenían ganas de guerra --y por eso de marear la perdiz y a todas las tórtolas-- arguyó: "Ahora que una ministra de Trujillo nos da empaque". El pastillero afterhours , en una recaída de la EGB --inmisericorde y despreciativo, pero culto--, le dijo que no era de Trujillo, sino que era María Antonia Trujillo.

"Golfo, sinvergonzón, drogadicto y meapilistra"... ¿Qué vas a hablar tú de una ministra de Trujillo? La prima segunda del concejal del PP --con acojono evidente--, quiso cantar la internacional, no sea que la Trujillo, o la de Trujillo, se la pasara por alto el adosado, que menudas manos tiene ella para los geranios.

Particiones aparte, la panadera se pregunta por Sonsoles, y a trío y a cuatrío, todas se envenenan con la esbeltez. Y el canto, que dice Rogelia, que por qué no desgajó una milonga para ofrecérsela a la Reina. Y dice don Segundo que doña Ana, Anita para él, llevaba más que una milonga: un mambo sabrosón en las cadencias de su bamboleo. A lo que arguye el pastillero, que el arrechucho que le dio doña Sonsoles Espinosa a su suegro --hijo del capitán Lozano --, bien merecía un flipe de bulería, con estridencias de hip-hop.

Servidor, por meter baza y voz, habla de las flowers, y don Segundo de los powers. El amor y los desheredados, el nunca levantar la voz. La crispación o un cabreo... todo, cada cosa, como flower power... Doña Rogelia, emocionada, canta: "Ya vienen con alegría, Señor...". El pastillero: "Lo estás haciendo muy bien, pero cariño no pares... sigue y no más". A lo que mi panadera se corona de una boina de Ernesto, pero de Dolche y Cabanna.

Cae la mediodía y la textura de las baguettes y la melancolía llega hasta ese horno que rezuma cuasi un futuro: "Desde luego, colores pastel, para ese frío de Moncloa". "La habitación de los niños, alegre, que bastante tienen". "A mi Vanessa le gusta su habitación blanca"... Tu Vanessa no tiene ni idea... de colores... ZP tiene un subidón de poder. Un guantazo del capitán Lozano , el de Alange, le habla de las Flowers Powers: como un niño decente y sin malicia, le promete "que lo que se dice, se cumple". Sonsoles , en un aria alocada, tendrá un gran público. ¡Aire nuevo!

*Autor teatral