WUw no de los aspectos más llamativos del balance de la legislatura realizado ayer por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, es el guiño a CiU y el PNV, los dos partidos nacionalistas habitualmente calificados de moderados, pese a sus cada vez más explícitas posiciones soberanistas.

El líder del PSOE vino a vaticinar ayer que el próximo 9 de marzo ganará, pero sin mayoría absoluta, y que serán los convergentes y los peneuvistas los primeros invitados a pactar el apoyo en la investidura del presidente. Es lo lógico. Así ocurrió cuando Felipe González no alcanzó la mayoría suficiente con el Partido Socialista, y así pasó también durante la primera legislatura de José María Aznar al frente del gobierno con el Partido Popular.

Lo significativo en esta ocasión, ante los próximos comicios electorales, es que se vislumbra un giro estratégico e importante, porque Rodríguez Zapatero se ha apoyado más a lo largo de sus cuatro años de mandato en formaciones que se sitúan a la izquierda (Esquerra, Izquierda Unida, Chunta Aragonesa, BNG, etcétera), lo que ha dado a la legislatura un aire de radicalidad que ahora trata de explotar el PP. Para contrarrestarlo, los socialistas buscan el voto del centro --el que según apuntan siempre los expertos da la victoria electoral en las urnas--, y el presidente del Gobierno insinúa un cambio de pareja de baile.

Es una operación difícil, sobre todo porque los convergentes tienen muy difícil respaldar a un presidente socialista en Madrid cuando en Cataluña están en la oposición. Y visto desde otro ángulo, una marginación de Esquerra y de ICV en el Congreso pondría en peligro la estabilidad del tripartito catalán. Estamos, por tanto, ante un rompecabezas de muy difícil encaje.

Por lo demás, el presidente efctuó durnate su comparecencia de ayer un balance triunfal de la legislatura en el plano económico, donde más está poniendo el acento en los últimos meses, y, curiosamente, donde más busca recuperar terreno el Partido Popular.

Mariano Rajoy insistió ayer, por su parte, en que la economía española está en estos momentos peor que estaba en el año 2004 porque el Gobierno de Zapatero no se ha preocupado de los jóvenes, los asalariados y los pensionistas.

El intento del Partido Popular de desvirtuar los éxitos de este último periodo de gobierno socialista son un tanto forzados, porque los socialistas pueden exhibir un amplio abanico de buenos datos en materia de empleo, crecimiento, pensiones, cuentas del Estado y convergencia con nuestros vecinos ricos.

En cualquier caso, da la sensación de que los balances efectuados ayer por José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy ponen punto final a una legislatura de enorme aspereza que hace apasionantes los prometidos debates cara a cara entre los dos líderes.