El viaje que Zapatero ha hecho a China y Japón, en especial a China, es importante. China es el gran país emergente y se ha convertido ya en la segunda economía mundial. Una visión moderna de la política exterior implica establecer lazos con un país tradicionalmente lejano pero que es ya uno de los grandes centros de decisión mundial. Por ello, la presencia de Zapatero en el pabellón español de la Feria de Shanghái ha sido oportuna. Nuestro comercio con China, definida como la fábrica del mundo, aún no es muy voluminoso, pero crece con rapidez aunque aumentan más las importaciones que las exportaciones, que tienen un buen ritmo de incremento. Además, China es ya una gran potencia turística emisora y España, gran país receptor, debe atender este nuevo mercado. Solo por estos motivos -así como por la posible inversión aquí de empresas chinas- la visita de Zapatero ya ha sido acertada.

Pero China es también un país que genera mucho ahorro. Y este ahorro financia las necesidades de muchos países ricos. Sabido es que los chinos son grandes suscriptores de deuda pública americana. Y en los últimos meses China -Japón desde hace más tiempo- ha comprado bonos españoles. Por esta razón, los elogios del primer ministro chino a la política económica son un espaldarazo a la credibilidad de España. La hoja de ruta de la política exterior debería pasar más por China y Japón que por discusiones algo bizantinas sobre Cuba. El Gobierno, y la oposición, harían bien en asumirlo.