La mitología de los Reyes Magos equidista entre la leyenda y los escasos datos históricos, impregnados de símbolos. Unos afirman que eran de la casta sacerdotal medo-persa, de la época aqueménide, bajo el imperio de Darío, y otros, que sabios de Oriente, filósofos, astrónomos y hombres de ciencia. Mientras tanto, de los Evangelistas, tan sólo Mateo menciona el hecho: "Y al entrar --unos magos-- en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron oro, incienso y mirra". Hay otras interpretaciones astrológicas y cabalísticas como que la estrella --según los racionalistas y obviando lo sobrenatural--, era un cometa, o pudo ser la conjunción de Júpiter y Saturno, o una Stella nova. Todo ello lo sublimaron los poetas más inspirados, lo embelleció una preciosa literatura infantil y Botticelli, Giotto, L. da Vinci, El Bosco, Velázquez, Rubens y Durero crearon sugestivas iconografías, plasmando la honda tristeza de José y María, al no encontrar posada, la ternura de un Niño-Dios entre pajas, el grito de paz del Angel, la sencilla adoración de los pastores y la de los Reyes de Oriente, llena de ruido y fantasía-

Pasaron los siglos, y ahora muchos niños españoles envían su carta a los Reyes (que ya tienen su página web), comen el roscón de Reyes o reciben carbón si han sido malos , tras pasar una noche mágica, esperando sus regalos. Pero ahora nos damos de bruces con la realidad de una lacerante crisis económica, que está golpeando, a demasiadas familias españolas. Situación angustiosa en que 4,1 millones de parados (la prioridad más insoslayable, según el Rey, en su discurso de Nochebuena), no han podido poner en los zapatos de sus hijos algún regalo, como hicieron sus padres y abuelos, porque, quizás, ya no pueden pagar la luz y el agua, o están pidiendo limosnas en la calle, o frecuentando los comedores de Cáritas, o, lo que es más grave, se han quedado sin techo, viviendo bajo un puente... Para estos padres e hijos, la fiesta de los Reyes Magos será un día más del calendario, por cuya razón poco les dirá esta hermosa Epifanía, a menos que instituciones benéficas les ayuden, y repartan a esos niños algunos juguetes, aunque sean ya usados por otros niños de familias pudientes, pero en buen estado. Todo esto es muy triste y humillante, pero es de rabiosa actualidad. Pidamos, en fin, a los Reyes Magos que nos regalen a todos la esperanza de que pronto empiece a clarear la luz de un mañana mejor-