Empiezan los zascas. Ha sido salir de su congreso y el popular José Antonio Monago se ha puesto el traje de torero y anda a estoque limpio contra Vara. No le ha dado tiempo ni al paseillo; ha empezado directamente por el arte de matar y, con él, toda su cuadrilla. El líder del PP ha pasado por alto el reparto de inversiones de los Presupuestos Generales del Estado para con Extremadura --donde nuestra Comunidad sale muy mal parada--, y ha cogido las quejas del presidente extremeño para decirle que se deje de lamentos y que se ponga a gobernar, que viene a significar que, para él, no trabaja, sólo se queja. El lance ha sido tan directo que ha sido seguido por buena parte los suyos. Ya se sabe qué pasa cuando se ejerce un liderazgo indiscutible y se gana un congreso con el 99,19% de los votos: que todo lo que diga el jefe va a misa y todo lo que haga, palabra de fe.

¿Ese es el tono de ahora en adelante? No lo creo, sobre todo cuando luego nos enteramos que el PP de Badajoz o de Cáceres llaman al propio Vara para que medie con los suyos en los respectivos ayuntamientos ante el bloqueo que tiene formado Ciudadanos, un partido que, de un tiempo a esta parte, anda revuelto y parece como arrepentido de los apoyos dispensados al PP: Cayetano Polo llamando incompetente a Nevado y García Borruel diciéndole a Fragoso que no da el paso de la moción de censura porque no le dejan, pero que no le faltan ganas.

En el PP saben que el PSOE de Extremadura es, hoy por hoy, Fernández Vara. Y si gana la primarias Susana Díaz como parece pues mucho más. Al presidente extremeño siempre se le ha calificado de tibio o excesivamente cortés en sus peleas políticas, pero de un tiempo a esta parte no anda precisamente callado, aunque no con Monago, sino con el bando sanchista de su partido. Se ha puesto en la primera línea de la guerra socialista nacional y su intención como dice de ayudar a España y a su partido está permitiendo descubrir otra personalidad distinta a la de ahora. No deja de ser curioso lo que está pasando en la política regional, incluso de puertas para adentro del PSOE, donde antes se le criticaba por no mojarse claramente con ninguna opción, y ahora se le reprocha precisamente lo contrario, que esté implicado con el proyecto de la andaluza hasta el tuétano .

Pero los números están echados y Susana Díaz tiene a fecha de hoy más posibilidades de liderar el PSOE que el resto de contrincantes. Caso de ocurrir lo contrario y que sea Sánchez el vencedor, que para sorpresas la política, mucho cambiaría el panorama de la izquierda de este país y también de Extremadura. Tengo dudas razonables de si Susana Díaz va a ser capaz de unir el partido una vez pase la guerra civil en la que anda metida la formación, pero de lo que sí estoy seguro es que Pedro Sánchez no va a ser capaz; todos los estamentos internos, el actual aparato y la vieja guardia abandonarían el barco a la de tres y habría que reiniciar el partido siendo otra cosa.

Pero el PP extremeño no está en esa tesis. Si lo estuviera sabría que Vara tiene los días contados. Y a la vista de los acontecimientos presupone que su adversario a batir es el presidente extremeño, quien tiene casi todas las papeletas de ser quien encabece la candidatura del PSOE en las elecciones autonómicas de 2019 frente a Monago. De momento será el único candidato a la secretaría general del PSOE extremeño cuando se celebre el congreso regional en julio y mucho tienen que cambiar las cosas para que se opte por una bicefalia en la Junta y el partido de aquí a las urnas.

Los populares cuentan con que Extremadura ha dejado de ser socialista de forma mayoritaria, que ha pasado esa época en la que decía Alfonso Guerra que ganaba cualquier candidato que se presentase bajo las siglas del PSOE. Saben que en 2011 hicieron historia y desbancaron a los socialistas porque las posiciones electorales de los ciudadanos ya no son tan acentuadas en la región, se puede decir que se mueven mayoritariamente en un espectro de centro. Es precisamente ese centro quien decanta la balanza en uno u otro sentido hasta el punto de que sólo 2 diputados de más le dio la victoria al PSOE en 2015 y sólo 2 diputados de más en 2011 se la dio al PP.

En cualquier caso, hay muchos otros factores a tener en cuenta, como los apoyos de terceros partidos dado la inexistencia ya de mayorías absolutas, pero eso ya es otro cantar que tendrá que venir después. De momento, la pugna es de dos.