El debate generado en torno a la negativa de la Delegación Provincial de Educación en Cáceres de dotar de una nueva línea al primer curso de Enseñanza Secundaria Obligatoria al IES Hernández Pacheco se ha enrarecido considerablemente en los últimos días. No se trata del último constipado de una estrella de fútbol, ni de la operación de labios de ningún famoso. No ha generado tanto ruido, pero es un problema vital y tremendamente importante.

Después de lo publicado, con toda legitimidad, hoy se corre el riesgo de hacer aparecer a los padres que intentamos hacer valer derechos elementales de nuestro sistema educativo como un grupo equivocado, deslegitimado y repleto de remilgos. Esto hace que se desvíe la atención del verdadero problema, la zonificación escolar de la capital cacereña, un atolladero anacrónico que afecta y afectará periódicamente a los barrios, a los colegios y a los niños escolarizados en ellos.

Si los profesores y maestros de los centros que han venido a expresar su malestar a través de sus máximos representantes sienten que se maltrata su imagen y su profesionalidad, sólo resta pedir disculpas a todos ellos.

Espero que crean que son sinceras y consigan, como nosotros, sentir que es un tremendo malentendido. Si esa opinión se ha manifestado, me gustaría transmitirle que no representa en absoluto el sentir de los padres y madres que luchan por poder acceder al centro más cercano y al que con mayor precisión se ajusta a sus necesidades familiares.

¿Por qué no volvemos a centrar el problema, que es el de toda una comunidad educativa? El verdadero sentido de esta protesta es el perjuicio irreparable que el enroque de la Delegación Provincial de Educación de Cáceres va a causar en las vidas diarias de 52 niños y sus familias, con medios y recursos para evitarlo. Nada menos. No permitamos que se olvide.