PLAZA: Un tercio de entrada en tarde de bochorno en la tercera de feria.

TOROS: Tres de Diego Puerta (1º, 3º y 4º) y tres de Puerta Hermanos (2º, 5º y 6º), desiguales de presentación, correctos de cara y sosos en general para la muleta. Destacó el quinto, de embestida alegre, que duró toda la faena. Los demás, no tuvieron fondo y poca casta.

TOREROS: Uceda Leal, silencio y oreja. Miguel Abellán, silencio y dos orejas. Manolo Bejarano, ovación y palmas.

Se rompió la racha. La feria llevaba buen camino pero esta vez se torció. Los toros de Puerta, con los dos hierros de la casa, tuvieron presencia, aunque desiguales hechuras, y se aletargaron en el tramo final de la lidia. Se les picó poco y mal, en líneas generales y, aún con eso, llegaron a la muleta desfondados. Sólo la excepción del quinto, toro de embestida franca y en cierto modo alegre, salvó la media.

Hubo tres orejas, que para una plaza agradable y una afición bullidora como la de Plasencia son pocas. Aunque para lo que se vio, son demasiadas. Una vez más la presidencia se pasó. ¡Que generosidad tan desbordante! Casi no se había apuntillado al quinto toro, cuando el pañuelo de la primera oreja para Abellán ya colgaba del palco. Así, algunos pedían la segunda con fuerza creyendo que solicitaban aquella que estaba concedida. Además, hay algo que no falla en esta plaza: una estocada de rápido efecto es oreja segura. Así que más vale aplicarse en el carretón y los toreros tendrán mucho ganado.

Lo mejor lo hizo Abellán en el quinto. El madrileño reaparecía después de la cornada sufrida en Vistalegre y no se le notó merma física. Cuajó al toro con muletazos sueltos buenos, sin ligazón, pero compuso una faena variada y vistosa, con la medida justa y sin prolongación innecesaria. Con su primero tuvo que abreviar, pues el astado se paró, topaba, punteaba y el trasteó resultó deslucido.

Uceda estuvo aseado con el primero de los suyos, un toro sosote, que iba a su aire, sin molestar, pero aquello no transmitió. Y con el cuarto, que arrastró los cuartos traseros, comenzó bien. Lo entendió de principio, lo llevó con suavidad y mimo, pero después se metió en una labor de muchos pases, sin conexión y la faena resultó falta de argumento. Pero la estocada eficaz le dio la oreja.

Cerraba terna Manolo Bejarano, que con la espada perdió algún trofeo. En el tercero anduvo con torería, presentaba bien la muleta y sacó alguna serie de naturales corta, pero estimable. Terminó desplantándose después de unos molinetes de rodillas, que llegaron al público.

En el que cerraba plaza volvió a mostrarse dispuesto desde salida. Realizó el mejor toreo de capa de la tarde con unas verónicas a pies juntos de buen gusto y en la muleta el animal se quedaba a mitad del viaje. Bejarano insistió pero no logró hacer una faena compacta y volvió a errar con los aceros.